“Sí que es grande, pero a la manera de los pozos, que son más grandes cuanta más tierra se les quita. . .”

(Francisco de Quevedo, político y escritor español, 1580-1645)
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEl Siglo de Oro español estuvo signado por la decadencia política y económica del Imperio. El extenso reinado de Felipe IV (más de 44 años), que había comenzado promisoriamente, se fue desgastando progresivamente en luchas internas y guerras externas que lo llevaron a pérdidas de territorios, de cohesión interna, de gobernabilidad y de influencia en el mundo.
De modo que el magnífico crecimiento artístico (Carduccio, del Mazo, Velázquez) y literario (Cervantes, Góngora, Quevedo, Calderón de la Barca, Garcilaso de la Vega) y avances arquitectónicos y educativos importantes precedieron una decadencia que terminaría –con Carlos II “El Hechizado”- el gobierno de España en manos de los Habsburgo.
Coronado rey en su adolescencia, Felipe IV se apoyó en sus consejeros y validos -como el famoso Conde Duque de Olivares-, dedicándose personalmente a todo tipo de diversiones.
Sin embargo, la diversión preferida del rey –y por la cual ganó gran fama- fue la actividad sexual. Nobles o plebeyas. Ricas o pobres. Aristócratas o criadas. Incluso, mujeres consagradas a la Iglesia Católica fueron blanco de sus aventuras, las cuales eran estimuladas y orquestadas por sus validos para que los dejara gobernar según sus propios criterios, que llevaron a España a la ruina. Tuvo doce hijos en sus dos matrimonios y no hay cuenta precisa de sus hijos bastardos (alrededor de treinta). Vale decir que jamás llevó a sus amantes a la corte y que muchas de ellas terminaron en conventos pero nunca tuvieron un rol que pudiera opacar socialmente al de la reina.
El reinado de Felipe IV sufrió sublevaciones, conflictos y conspiraciones varias. En Nápoles, Cataluña, Aragón, Andalucía y Viscaya. Guerras con Francia, Inglaterra, Portugal y Flandes. Lo que le valió a España la pérdida de importantes dominios tales como Portugal y Flandes.
Felipe se sentía mortificado, pues atribuía estos males que sufría el imperio a un castigo divino por su desenfreno sexual. Y escribía compungido a una religiosa, que era abadesa de un convento en Soria, a la cual confesaba sus culpas: “Soy tan frágil que nunca saldré de los embarazos del pecado”. El rey mantuvo esta correspondencia epistolar hasta la muerte de la monja, que ocurrió poco antes que la de la suya.
Francisco de Quevedo y Villegas, famoso por su sarcasmo, ironías y sátiras contra monjas, médicos, abogados y contra quien se le ocurriera, viendo las sucesivas pérdidas que estaba sufriendo el Imperio Español, y considerando que Felipe era llamado “el Rey Planeta” o también “Felipe el Grande” lanzó públicamente la frase mordaz: “Sí que es grande, pero a la manera de los pozos, que son más grandes cuanta más tierra se les quita…”.
Más allá de las naturales tensiones, no hay constancia de que haya sufrido alguna venganza por parte de Felipe.
Sin perjuicio de su conducta personal, el rey trató de lograr un nivel de moralidad alto, luchando contra la corrupción de funcionarios y gobernantes. La historiografía moderna ha modificado la imagen de un rey que muchos consideraron “pasmado” y demostrado su atención e intervención en toda la documentación existente de su gobierno, que realmente tenía un nivel cultural excelente (hablaba francés, italiano y latin, además de su propia lengua), había traducido la Historia de Italia de Francesco Guicciardini y podía discurrir con propiedad sobre educación, filosofía o historia.
No obstante, las guerras que debió enfrentar con dependencia de las riquezas americanas, las desgracias personales y debilidades humanas que no pudo superar marcaron el inicio de la decadencia del Imperio Español.