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Chango Enríquez: Tocó con Gieco, Charly, y Los Nocheros, pero volvió a Tandil en “Modo avión”
Diálogo con un músico que se define como "un bicho raro" entre el folclore y el rock.
Aunque fue por años guitarrista en la banda de León Gieco, llegó a compartir escenario con Charly García, grabó un disco en vivo con Los Nocheros y giró por Europa con el histórico Jaime Torres, Juan Ignacio “Chango” Enríquez atesora tanto esos momentos que lo marcaron en su vida musical, como la vez que en una plaza, frente a un público de pocas personas, prendió fuego un amplificador.
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“Para mí la música fue siempre lo más importante”, compartió en un extenso diálogo con El Eco de Tandil, a poco de haber vuelto a la ciudad. Lo hizo en pleno transcurso de una nueva etapa en la que cierta desconexión con el presente de la industria musical lo llevó a titular “Modo avión” a su primer disco solista. Y también a manejar un remis, su trabajo actual y oficio que recomienda experimentar a todos los músicos en general.
No había terminado la escuela secundaria y ya sabía que su camino sería el de la guitarra y el charango. De su familia heredó el folclore y la música andina pero por pertenencia generacional también se formó en el rock. “Soy un bicho raro. Para los folcloristas soy rockero y para los rockeros soy folclorista”, se definió.
Tras casi tres décadas de carrera, volvió a la ciudad donde dio sus primeros pasos en la música profesional tocando en La Forestal. Y en tándem con Nicolás Tigri –director de la Banda Municipal de Música-, grabaron en el estudio Sonidos del Viento el volumen 1 de una serie de canciones que fue acumulando a lo largo de su historia.
“Fue así, guitarra y clarinetes solamente, al menos el volumen 1. Para poder seguir con otra cosa . Toda esta etapa la estoy haciendo así. Estoy cocinando cosas que ya tengo de hace bastante para poder seguir con cosas nuevas”, contó sobre un disco que tanto desde el nombre como desde el aura que transmite -y algo a contracorriente de cierto efectismo dominante en gran parte del mainstream- da cuenta de su presente en “Modo avión”.
Cumplir los sueños y seguir
Tras su experiencia en La Forestal, el Chango Enríquez dio otro paso cuando se sumó como charanguista a Facón. La banda de Azul pasaba entonces por un buen momento musical, con éxitos radiales y televisivos incluidos. Giraron por la Provincia, y tocaron también en Capital mientras “sonaban bárbaro” en pleno 2001.
Para ese momento el guitarrista ya había generado vínculos con el mundo musical y así llegó el ofrecimiento para sumarse a la banda de León Gieco. Ahí compartió años con un histórico del rock nacional, Kubero Díaz, pionero en la Cofradía de la Flor Solar y de paso por Los Abuelos de la Nada.
“Una vez fuimos a tocar para la Universidad de Córdoba. Estaba invitado Charly ese día, y subió a tocar con nosotros. Me acuerdo que fuimos a probar sonido y nos subimos a la combi para para ir al hotel. Y cuando subimos a la combi sale una versión cuarteto de ´Lunes por la Madrugada’. Y Kubero estaba tentado, se moría de risa”, recordó.
La historia siguió cumpliendo su máximo sueño musical cuando lo citó el charanguista Jaime Torres para sumarse a su grupo. “Éramos una banda chiquita que sonaba hermoso. Estuvo buenísimo, viajé por Europa, tocamos con Catupecu Machu en el Gran Rex”, sumó en el relato de su trayectoria.
En paralelo grabó un disco en vivo con Los Nocheros, tocó para cientos de miles de personas con Gieco en Morón y hasta formó parte de la presentación que el músico hizo en el Luna Park junto a la murga Agarrate Catalina. Pero el ciclo se cumplió, y volvió a Tandil.
“Soy un privilegiado. Y así me siento. Lo digo en relación a tocar con gente conocida y no tan conocida. Por la música. Por tener anécdotas con amigos y por estar en momentos clave. El día que se prendió fuego un parlante en la plaza, yo de esas cosas no me perdí ninguna, estuve en todas”, sostuvo con orgullo.
Melómano, amante de los discos, hizo su vida junto a lo que siempre supo que era lo más importante para él, la música. “Amo las producciones y amo producir. Y por eso para mi es tan importante lo que viví, tocando para 800 mil personas, en Europa, en González Chaves, en el chaco salteño o en Bolivia. Estuve 30 años sin parar”, concluyó.