Con la ola de frío, crece la asistencia en los comedores barriales
La calefacción de los hogares se suma a las necesidades alimentarias, y el panorama se dificulta aún más ante el aumento de la demanda.

Los comedores comunitarios de la ciudad enfrentan un invierno de necesidades crecientes y desafíos económicos, apelando a la solidaridad de los tandilenses para sobrellevar una demanda de asistencia que se ha duplicado, e incluye a personas con trabajos estables que, aun así, no logran satisfacer las urgencias de su familia. La coordinadora de uno de estos espacios, Paola Quero, detalló la situación en diálogo con El Eco Multimedios, y repasó los temas más apremiantes, que van desde el abrigo hasta la calefacción de las instalaciones, y la creciente cantidad de vecinos que acuden en busca de ayuda.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailLa principal preocupación de Los Tatu, el comedor que dirige, en esta época del año, es abastecerse de lo necesario para combatir las bajas temperaturas. Señaló que la mayor necesidad es ropa de abrigo, frazadas y calzado, y subrayó que muchos de los niños que asisten al lugar han ido creciendo, y las prendas invernales que tenían ya no les quedan, lo que se agrava por las condiciones de vivienda de muchas familias.
“Hay muchas casas muy humildes que necesitan bastantes frazadas, porque sabemos que los chicos duermen todos juntos, y no por no tener cama, sino porque no tienen con qué taparse y con estos fríos extremos que hay tienen que compartir lo que tienen”, explicó. La vestimenta de abrigo que más escasea abarca todos los talles para los niños, desde bebés recién nacidos hasta adolescentes de 12, 13 o 14 años. También hay una falta notable de ropa de hombre, aunque sí cuentan con indumentaria para mujeres adultas.
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Además de la escasez de abrigo, existe un peligro latente en los hogares vulnerables, ya que algunos intentan calefaccionarse con métodos rudimentarios que los ponen en “peligro constante de que puedan perder lo único que tienen, que es su hogar”. Quero recordó un triste episodio del invierno pasado, cuando “a una de las chicas se le prendió fuego su casa y perdió todo lo que tenía”.
El propio comedor enfrenta grandes obstáculos para mantener su espacio cálido. “Nosotros no contamos con calefacción, o sea, lo hacemos con la luz, con aparatos electrónicos, lo que conlleva un gasto mayor”. Dada la variedad de actividades que se realizan en el lugar –funciona como sede social de lunes a jueves, con actividades para niños en la mañana y al mediodía, y talleres por la tarde, además de servir la cena–, “el espacio tiene que estar calefaccionado todo el día”. Esto implica un uso intensivo que varía entre el uso de caloventores y garrafas. “Si prendemos la garrafa, después no llegamos con el gas”, aseguró. La asistencia del Municipio solo provee una garrafa mensual, y aunque reciben donaciones adicionales, el consumo se disparó de “dos a cuatro garrafas por mes, que es un montón”.
La demanda de asistencia se ha incrementado exponencialmente en los últimos dos años, reflejando una realidad económica que golpea a todos los estratos sociales. Quero afirma que “los comedores están todos rebalsados”. La situación ha cambiado drásticamente, “porque antes trabajábamos con el universo de las familias más vulnerables y ahora es también con ese trabajador registrado, con ese albañil que antes no se acercaba porque la podía sobrellevar, pero ahora les cuesta el doble”.
La subsistencia del comedor depende en gran medida de la comunidad. Quero destaca que gran parte de los recursos “los conseguimos gracias a la gente, a la colaboración de los vecinos de Tandil, que se acercan y nos traen”. La compra de insumos es complicada, ya que no todos los artículos necesarios se encuentran en el Banco de Alimentos, que es la entidad a través de la cual se reciben muchas donaciones en colaboración con el Municipio, y esto los obliga a acudir a la solidaridad de los tandilenses.
En ese sentido, señaló que, en base a las necesidades mencionadas, cualquier ayuda será bien recibida, y se puede coordinar la entrega comunicándose al número 2494 33-5489 o acercándose a la sede del comedor en calle Azucena 1823.