El Centro Yugoslavo de Tandil, en riesgo de perder su histórica sede por un reclamo de herederos
Elías Todorovich, descendiente de la colectividad, hizo pública la delicada situación que atraviesa la institución. La propiedad, adquirida en 1979 con el esfuerzo de la comunidad, fue escriturada a nombre de cuatro miembros ya fallecidos, y ahora sus herederos reclaman el inmueble como un bien propio.
En una entrevista en el programa Tandil Despierta, que se emite por Eco TV y Tandil FM 104.1, Elías Todorovich expuso la grave amenaza que se cierne sobre el Centro Yugoslavo de Tandil: el riesgo inminente de perder su histórica sede de la calle Maipú debido a un reclamo judicial iniciado por los herederos de los socios fundadores que figuraban en la escritura.
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Accedé a las últimas noticias desde tu email"La situación es delicada, muy delicada, porque está muy comprometida la sede. Es un riesgo muy, muy real", afirmó Todorovich con visible preocupación.
La historia se remonta a 1979, cuando la colectividad yugoslava, tras años de reunirse en casas de familia, encontró la oportunidad de adquirir una propiedad en Maipú, entre San Lorenzo y 14 de Julio. "Se juntó dinero de rifas, de comidas. Se le vendían rifas a vecinos, a amigos, a gente de toda la comunidad de Tandil", recordó Elías, evocando el esfuerzo colectivo que permitió la compra.
En ese momento, por una cuestión de confianza y operatividad, la casa fue escriturada a nombre de cuatro integrantes de la colectividad, elegidos por su "compromiso e integridad", con la responsabilidad moral de custodiarla y transmitirla a la comunidad.
Un legado en disputa
Con el paso de los años, esos cuatro miembros fallecieron. El conflicto surgió cuando los herederos de tres de ellos, desconociendo el espíritu con el que se adquirió la propiedad, iniciaron acciones legales para reclamar el inmueble como parte de la herencia, como si se tratara de un bien personal de sus antepasados.
"Iniciaron reclamos para recibir la herencia como si hubiera sido un bien adquirido a título propio, cosa que no fue así", explicó Todorovich. Este largo proceso judicial, que ya lleva varios años, ha generado un profundo desgaste emocional y económico en los actuales miembros de la colectividad, personas mayores que han intentado sostener la defensa del patrimonio. "Imaginate que de un lado es gente grande, sencilla, trabajadora, que va teniendo gastos cada vez más grandes en una época difícil. Y del otro lado está, no sé cómo llamarlo, el botín, que es un estímulo permanente", graficó.
El valor sentimental de un refugio
Más allá del valor material, Todorovich destacó el profundo significado sentimental de la sede. "Este tipo de institución es la materialización de un sentimiento de no haber visto más a una madre, a un padre, a unos hermanos. Sentirse acompañado en una gran soledad era lo que ellos querían", reflexionó sobre la motivación de los inmigrantes fundadores.
Por eso, su decisión de hacer pública la situación busca romper el silencio que a veces impone la "desazón y la tristeza". El objetivo es que la comunidad de Tandil conozca lo que está ocurriendo con un espacio que fue parte activa de la vida social de la ciudad durante 46 años y buscar posibles caminos para una solución.
"Esta sede es un bien de la comunidad, y no solo de la colectividad", insistió, dejando una reflexión final sobre la integridad y el origen de la disputa: "Si querés tener una propiedad, tenés que trabajar para poder adquirirla. Esta no es la manera, un poco también traicionando la voluntad de un antepasado que expresó su voluntad de adquirir esta responsabilidad no para tener un bien propio, sino para que sea un bien público". La situación, según sus palabras, está "bastante complicada" y el futuro de la histórica sede es hoy una dolorosa incertidumbre.