UNICEN
La pospandemia y la crisis, dos problemas que hacen mella en la juventud
Desde la Unicen aseguran que la pospandemia sigue impactando en los jóvenes. La inmensa labor que realizan desde Bienestar Universitario.
La Universidad Nacional del Centro (Unicen) cuenta con un programa permanente integrado por un equipo de profesionales que apunta a ayudar de manera integral al alumno, no solo en su desarrollo académico, sino también desde lo emocional.
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Sandra Pantusa, trabajadora social del Área Social de Bienestar Universitario; y Deborah Banda Noriega, del departamento de Salud, son fundamentales en esta estructura. Primero por su labor profesional, pero por sobre todas las cosas por la cuota personal que le ponen a la vida de los estudiantes.
Juntas suman 70 años en la institución. El Eco fue a entrevistarlas para saber cuál es el impacto de la crisis en la salud mental de los estudiantes pero se encontró con un panorama que veces parece ya olvidado: el desastre que provocó la pandemia en ciertas edades de desarrollo.
Los recursos propios, uno de los grandes logros
“Los recursos que tiene la universidad los salimos a gestionar, firmando convenios con la provincia, con empresas internacionales, con cámaras empresariales”, cuenta orgullosa Pantusa.
En un momento donde el sistema público en general está en mesa de discusión, Sandra subrayó que "nos caracterizamos en gestionar el recurso. No nos quedamos con que le Estado nos provea. El foco está puesto en que toda política de asistencia es llovida por parte del Estado. Y esto es tan lejano a nuestra realidad, que está bueno que se sepa que es distinto".
La Unicen tiene en marcha desde hace catorce años el proyecto de becas privadas con la Fundación Díaz Vélez. Son becas cercanas a los 70 mil pesos.
En pandemia también se gestionó un programa de becas con una empresa internacional, que hoy aporta 120 mil pesos mensuales por alumno; y a su vez, la Fundación de Graduados de la Unicen soporta un programa de becas desde hace diez años y hoy sostiene un programa de becas para 25 alumnos.
Además, firmaron convenios con las cámaras empresarias.
Si bien está el programa de becas propio de la universidad, el Progresar y las Manuel Belgrano, el verdadero desafío es gestionar recursos de excelencia de privados, que no son los que provee el Estado.
Hoy, ante el panorama político actual, lo que ven desde la Unicen es un temor por parte de los becarios por su continuidad.
El fantasma de la pandemia
“El impacto de la pandemia es lo que más nos pesa, aseguró Pantusa al comenzar la nota.
Cada vez que un alumno lo requiere, las áreas que ellas manejan se interrelacionan en función de su bienestar. Por ejemplo en la etapa inicial, el estudiante se va de su casa por primera vez, inicia una nueva etapa que algunos la transitan sin dificultades y otros, no. Ahí, es importante enviarlo a hacer algún deporte para que se relaciones de manera saludable; enviarlo al Área Social porque necesita una ayuda económica.
Para esto, el departamento de salud tiene clínica médica, enfermería, odontología, psicología y psicopedagogía.
Hay tres psicólogos en Tandil, una en Azul y una en Olavarría, donde los cinco recursos humanos trabajando en conjunto ante los casos de ansiedad, nerviosismo, pánico, estres, frente al examen y la nueva situación.
“Es una edad donde la patología es simple, pero alguna compleja tenemos”, comenta Banda Noriega.
“La pospandemia los sacó de la normalidad”
La pandemia parece haber quedado en el pasado, pero aún hoy las profesionales hacen hincapié en las secuelas que ocasionó.
En 2022, aquel alumno que estuvo frente a la computadora y no conocía la institución, cayó cursando segundo o tercer año con desconocimiento de los servicios.
El año pasada hubo tres cortes de ingresantes, porque había gente que había ingresado en 2020 y 2022 y que nunca había asistido, y se encontraba en años superiores de la universidad. Algunos ingresaban en tercer año habiendo ido15 días al campus.
Así, hubo gente que no había logrado terminar con el secundario, y otros que ingresaban a cursar un tercer año, con lo cual “el impacto pedagógico fue altísimo” A su vez, aseguran, “el trauma pospandemia inclusive continúa hasta hoy, tanto en docentes como en no docentes”.
“Los docentes tuvieron que gestionar herramientas para poder ayudar a un alumno diferente. Y ese docente también necesitó ayuda. Ellos son los que derivan los problemas y eso para nosotros es muy valioso. Es necesario hablar un mismo idioma”, remarcó Banda Noriega.
El problema de la socialización
Según coincidieron las profesionales, la pandemia generó deserción educativa, pero sí dejó una importante dificultad en la gestión.
“Los alumnos perdieron o complejizaron sus hábitos de estudio; los vínculos sociales se vieron modificados, cuestiones nuevas. La pandemia parece que fue en otra vida, pero tuvo un impacto altísimo en la vida de los jóvenes”, destacó Pantusa.
La situación fue la siguiente: hubo alumnos que terminaron la secundaria en pandemia. Arrancaron la universidad a través de la virtualidad y se insertaron en un segundo año perdiendo la normalidad. “Hoy seguimos viendo coletazos de esas situaciones y lo vamos a ver por un tiempo más”, afirmó la encargada de Acción Social.
Mientras tanto, los alumnos presentaban cuadros de ansiedad y miedo a volver a la presencialidad.
“Luchamos desde todos los frentes: desde la vianda y el aporte psicológico hasta las secuelas. Nosotras estamos acostumbradas a trabajar de manera interdisciplinaria y lo digo con mucho orgullo. Es un éxito que hemos logrado, porque hay un problema y estamos todos para solucionarlo.
El impacto del contexto actual en la salud mental
Si bien pasaron sólo días desde la asunción del nuevo gobierno, hubo muchas consultas de jóvenes. Ahí se vuelve al miedo, la angustia, la incertidumbre. Y ahí aparece la labor del gabinete psicológico.
"En esos momentos de incertidumbre hay que tratar de calmar la ansiedad. Aclararle a los chicos que cuentan con nosotros y pueden venir las veces que quieran. Eso baja bastante la preocupación", asegura la doctora Banda Noriega.
Vivienda, alimentación, becas y salud. "Nosotros nos podemos definir realmente como una universidad inclusiva", sostuvo Pantusa.
La licenciada advirtió que "qué es lo que vamos a poder sostener hacia adelante, es una incógnita". Pese a este panorama, levantaron el estandarte de la fortaleza: "Muchos de nosotros pasamos por el 2001 y por instancias duras de este país, y nos vamos a arremangar".
Las profesionales saben de lo que hablan, después de haber pasado más de treinta años en la institución: "La hiper la pasamos acá, el 2001 también. Tuvimos alumnos que se nos caían de hambre en las aulas. Sabemos de eso, y nos vamos a arremangar, con la firme convicción de la defensa de la educación pública y de la inclusión de aquel que no puede. Hace 36 años que trabajamos por esto".
“La universidad para nosotras es casi como un segundo hogar. Esos principios, esos valores de y la ideología de que el alumno está primero, no se negocia", cerró Banda Noriega.