La remodelación de Figlio y la apuesta por dejar “un legado” en Tandil
El proyecto comenzó a idearse hace tres años y su ejecución demandó 18 meses.
:format(webp):quality(40)/https://cdn.eleco.com.ar/media/2025/10/figlio_cultura_zip_4.jpeg)
A una semana de su inauguración, persisten las repercusiones en torno a la remodelación de la heladería Figlio. La idea comenzó hace tres años y terminó con un diseño arquitectónico imponente que, desde su apertura, concentró las miradas por quienes circulan por el centro y se convirtió en una pasada obligada en una especie de atracción turística.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailEl proyecto fue ambicioso y centró su objetivo en “dejar un legado” en la ciudad, en el concepto que planteó su dueño, Juan Bertolín, y desarrolló junto a la diseñadora Eugenia Foguel y ejecutó el arquitecto Martín Sánchez Crocci.
Invitados al ciclo Cultura Zip (El Eco Streaming, 104.1 Tandil FM y EcoTV), repasaron detalles de la remodelación, desde el proceso creativo y constructivo hasta el resultado final y su impacto en la ciudad.
La visión fue clara: rendir homenaje a la herencia italiana de la familia y concebir la heladería “como si fuera un museo”. Para ello, el equipo indagó por los referentes italianos, pero con una mirada que fue más allá con el propósito de generar una experiencia distinta en quienes acceden al espacio.
Entre los desafíos constructivos, la colocación de grandes piezas de piedra y el desarrollo de detalles únicos impusieron su propio ritmo. El trabajo se extendió durante 18 meses y demandó la participación de más de 100 personas, incluidos proveedores locales.
Tras superar la fuerte apuesta en el local céntrico, la empresa ya planea aplicar una estética similar a su sucursal de Serrano con el objetivo de comenzar una vez finalizada la temporada.
Repercusiones
En primer lugar, Bertolín reconoció sorpresa por las repercusiones que tuvo la obra, que traspasó los límites de la ciudad gracias al impulso de las redes sociales. “No imaginábamos”, dijo, aunque admitió que era algo que preveíamos que podía suceder en virtud del efecto que persigue la firma tandilense con cada una de sus acciones. Sin embargo, las expectativas previas y el alcance que tuvieron los videos compartidos a través de las distintas cuentas hicieron su aporte. “Es una satisfacción, obviamente”, expresó.
Al cumplirse una semana de la inauguración, los balances son positivos y las repercusiones en la ciudad también.
“Sentíamos que podíamos dar algo más”
-¿Cómo fue el proceso de toma de decisión de encarar la renovación del local?
Juan Bertolín: -Hace unos tres años empezamos un diseño, con una propuesta. La contacté a Eugenia para decirle que necesitaba remodelar el local que ya llevaba 13 años sin cambios. Estaba muy bien, estaba lindo, pero sentíamos que podíamos dar algo más. Nos presentó dos propuestas y nos inclinamos por la italianidad por todo lo que representa en la familia. Nosotros somos descendientes de italianos, mis abuelos llegaron después de la guerra a Tandil y eligieron esta ciudad para instalarse y formar su familia. El nombre de la heladería se asocia a lo italiano, todo lo que representa el helado en sí…
-¿Cómo le llegó esta propuesta?
Eugenia Foguel: -El proceso realmente fue una gran aventura. Empezamos hace varios años y tuvimos toda una etapa que fue pura imaginación y casi fantasía; fue imaginarnos algo que realmente sea una experiencia nueva. Ahí surgió esta idea de trabajar referentes italianos y llevarlos un poco más al extremo. Decidimos ir a fondo con el estudio de esos referentes y de alguna manera pensar cómo hacer sentir esa potencia, esa emoción que tiene ese tipo de arte que interpela el cuerpo. La idea fue trabajar esa emoción que te puede generar eso para pensar este espacio.
-¿Cuánto tiempo demandó este trabajo previo?
E.F.: -La concepción de la idea fue un gran diálogo entre Juan y yo. Fue producto del diálogo, de investigar en equipo, y nos llevó alrededor de seis meses de concepción de la idea. Después empezó la parte de pensar el cómo para que eso se materialice.
-¿Requirió mucha investigación para finalizar con el concepto?
E.F.: -Sí. Fue una etapa de mucha información y mucha investigación y a la vez procesar sensiblemente todo eso y llevarlo a una heladería, a un espacio real, con gente y público que amaba Figlio desde antes de la intervención. Entonces, era cómo traer una nueva idea, pero sosteniendo el mismo cariño y la misma calidez que ya tenía el espacio, que ya funcionaba bien. ¿Cómo proponer una experiencia nueva, superadora? Y ahí fue que surgió esta idea.
Los desafíos
-Con la idea plasmada y el diseño definido, ¿cómo fue trabajarlo?
Martín Sánchez Crocci: -Sí, fue un desafío muy grande para nosotros como arquitectos y también para todos los proveedores. El trabajo con la piedra y la colocación de grandes piezas. Fue un proceso muy enriquecedor, que día a día nos exigió al máximo, estar todo el tiempo en un ida y vuelta con el cliente. Estamos muy contentos con el resultado.
-¿Cuánto tiempo llevó todo este trabajo?
M.S.C.: -Un año y medio, 18 meses. La obra se fue dando en etapas. El inicio se dio en abril de 2024 y estuvimos hasta mayo de ese año trabajando con un 60 por ciento de la obra y de mayo a septiembre con la totalidad. Entonces, también fue el desafío de adaptarnos a que Figlio estaba en funcionamiento, había gente y nosotros estábamos en obra. Fue algo muy interesante.
-¿Cuál fue el principal desafío que afrontaron?
M.S.C.: -Fueron muchos capítulos. Es un diseño que en cada metro cuadrado tiene mucha dedicación y eso exigió estar en el acompañamiento minuto a minuto para poder llevarlo a cabo.
-¿Trabajaron más de 100 personas?
M.S.C.: -Sí, aproximadamente, en todo el proceso.
La fachada, un capítulo aparte
-¿Hubo algo que se pensó de una manera y terminó siendo de otra?
J.B.: -Varias cosas van evolucionando y de acuerdo a las complejidades o lo que pueda pasar van variando un poco. La fachada fue una, por ejemplo, que fuimos modificando un poquito.
-¿Qué explicación hay para la fachada?
E.F.: -Hubo 15 propuestas en total de fachada. En la número 15 ya estaba cerca de la renuncia (risas). Hubo muchas propuestas hasta que llegamos realmente a una fachada ajustada, fue un proceso largo, pero satisfactorio.
-¿Se impuso la que más gustaba o la más factible de hacer?
E.F.: -Era una mezcla de cosas, pero también había una visión de lo que quería Juan. Es un trabajo de diseño muy proyectual donde no se sabe cuál es el resultado final y hay que ir buscándolo con todo. Fueron variables en juego que fuimos ajustando y muchas consultas en el medio. Involucró muchas áreas y mucho pensamiento hasta llegar a lo que nos gusta y que se podía.
-La enorme escultura de la galería, ¿a quién representa?
E.F.: -Es una reinterpretación del Coloso de Rodas, que fue una de las siete maravillas del mundo y fue la escultura más grande que había en Italia de la cual no quedaron rastros, pero sí quedaron grabados donde lo representaban. Entonces, la idea fue darle cuerpo a esa escultura, traerla de vuelta a la realidad, resinificándola porque la idea no era copiarnos de nada existente, sino generar una nueva interpretación y que la gente interprete a su manera. Lo importante es disfrutarlo y hacerlo propio, y también que las conversaciones en la vereda sean ahora sobre arte, me parece lo mejor que podía pasar.
“Quedó impresionante”
-El día de la inauguración había fila para adquirir el helado, pero también la gente quería conocer el lugar, ¿cómo fue eso?
J.B.: -Lo bueno que tuvo fue que lo mantuvimos en sorpresa hasta último momento. Queríamos que fuera así hasta último momento. De hecho, nosotros no sabíamos cómo iba a quedar porque no podíamos ver la totalidad de la obra, pero la verdad es que quedó impresionante. La gente reaccionó muy bien y es un nuevo atractivo turístico.
-¿Tuvo mucha participación en el proceso?
J.B.: -Me encanta involucrarme en el diseño y en todas las cosas que pasan para aportar mi granito de arena en cada una de las situaciones.
-¿Era más o menos lo que imaginaban para el local?
J.B.: -Sí, totalmente. Quedó hermoso.
-¿Qué va a pasar con el local de Serrano?
J.B.: -Se va a trabajar en la misma estética. De hecho, ya está hecho el diseño, así que faltan ajustar algunas cosas y próximamente arrancaremos con el nuevo proceso. Es distinto, tiene otras características, pero también es de Italia, tiene columnas, algunas esculturas, una estética similar, pero tiene sus particularidades.
-¿Cuál es el impacto que tiene esta apuesta?
J.B.: -Una repercusión a nivel nacional. Me llegaron comentarios del estilo que van a venir a Tandil para conocer la heladería. Me parece que es un aporte también para la ciudad, que es un poco lo que se buscó. Dejar un legado en la ciudad de Tandil, independientemente de lo comercial. Por eso también lo pensamos como si fuera un museo y que tenga ese mix de lo comercial y lo artístico, lo museístico.
Más de 143 años escribiendo la historia de Tandil