Llegó el día, después de 95 años en la ciudad La Capital cerró definitivamente sus puertas
Se vendieron hasta los muebles. El último día del emblemático local de 9 de Julio y San Martín fue para organizar lo poco que había, algunas zapatillas y ropa de chicos. Con las puertas ya cerradas al público, los empleados que quedaron se ocuparon de embalar la mercadería para enviarla a la casa central. Mucha nostalgia y vacío tras casi un siglo de existencia.
Sólo estantes desocupados, escaso mobiliario y algunas cajas donde se va guardando la poca mercadería que quedó. Hace varios días que las vidrieras de La Capital están vacías, producto de la vorágine de compras que generaron tras el anuncio de cierre, pero ahora pasa lo mismo hasta en el interior del local. No queda nada. Varias perchas amontonadas en algún rincón, que como la ropa sobrante esperan a ser embaladas y trasladadas a la casa central en Buenos Aires.
Recibí las noticias en tu email
Sí quedan nostalgia y silencio. Elsa Maidana trabajó por 30 años en el emblemático local de San Martín y 9 de Julio, ingresó por su marido, Alfredo, que ya hacía una década estaba al frente del lugar y así lo fue por 40 años, hasta que se jubiló en septiembre. Si bien ella pensaba seguir sus pasos en poco tiempo, nunca creyó que su retiro sería por este motivo.
La pareja vino desde otra provincia y este fue el primer trabajo que tuvo aquí, el primero y el último. Literalmente acompañó hasta el último día y aseguró que duele, aunque son etapas que se cumplen. “Da un poco de tristeza, uno vivió años acá”, describió. A partir de ahora su vida cambiará rotundamente, se dedicará a acompañar a su marido y se ocupará de su casa.
Aunque ayer a la tarde los carteles de las puertas indicaban “cerrado, no entrar”, una clienta de años pulsó el picaporte y con cierta añoranza en sus ojos miró alrededor, saludó a Elsa y se fue.
En este mes se vendió mucho más de lo que se esperaba, la gente aprovechó las ofertas que “eran realmente muy buenas”, según indicó la mujer que conocía los valores y la mercadería como la palma de su mano.
Ya en la primera semana de pintar en sus vidrios el mensaje “liquidación por cierre”, todo lo referido a blanquería se esfumó. Acolchados, frazadas, sábanas y toallas fue lo que la gente corrió a comprar. Además, no quedaron medias y todo lo referido a ropa interior, guardapolvos, repasadores, manteles e indumentaria. Hasta los muebles se vendieron. Apenas unas pocas ropas de niños y algunos pares de calzados son el saldo de un mes movilizante.
Vorágine de compra y venta
Fue a principio de marzo cuando los propietarios de la conocidísima tienda informaron que el 31 del mes las puertas se iban a cerrar para siempre. A partir de ahí, comenzó a registrarse un torrente de vecinos que se acercaron para aprovechar los descuentos. Es que vendieron todo al 50 por ciento del precio y la situación económica no está como para desaprovecharlo.
Así fue que durante los días siguientes se pudo ver una constante fila de gente que daba vuelta la esquina esperando su turno para ingresar y poder adquirir algo, superando las 500 personas y cuatro horas de espera. Incluso fueron capaces de aguantar tres horas de demora en la caja para poder abonar.
Por aquellas primeras semanas de “liquidación total” se volvió común ver a los tandilenses andar por el centro con una o varias bolsas del local.
En una de las visitas al lugar, El Eco de Tandil pudo conversar con la gente y conocer su opinión acerca del cierre. “Es una tristeza, son muchos años, te da pena todo lo que está pasando“, declaró María Eva, quien aseguró que concurría allí a hacer compras desde chica, cuando iba con su padre.
Los comentarios concordaban en que los tomó por sorpresa y repetían que era “una pena“, haciendo lugar a reflexiones ligadas con el momento económico que atraviesa el país.
Marta, una de las mujeres que esperaba su momento para ingresar a la tienda, consideró que era “una lástima que muchos negocios estén cerrando”, pero que ya ni los jubilados pueden y por eso aprovechaban la oferta de La Capital. En la misma línea, Héctor, quien trabajaba en Metalúrgica Tandil, y su mujer apuntaron al presidente Mauricio Macri: “Todo sigue este camino. Ya la gente no puede más“, además agregaron que ya habían ido otro día, pero no habían podido ingresar por la cantidad de gente. “Es la desesperación por como está la economía del país. Es una realidad“.
Imposible de sostener
En esas amplias vidrieras, donde antes los carteles anunciaban las promociones por el inicio de clases, esta vez al comenzar marzo estaban pintadas con blanco y con la frase “liquidación final por cierre” y otros en rojo que anunciaban la venta de “todo al 50 por ciento”.
Pasó el mes y el día de cierre llegó. Hace un tiempo que esos avisos cambiaron por otro de una inmobiliaria, que informa la disponibilidad de alquiler del importante salón de 578 metros cuadrados.
Los motivos de los dueños estuvieron ligados a la caída del consumo y la presión impositiva, que terminaron haciendo inviable el sostenimiento de la actividad. Aunque, se corrieron voces que disentían con esta explicación, aludiendo al desinterés de los herederos de los fallecidos dueños para continuar con el negocio.
Fue Matías Castresana, uno de los socios, quien confirmó el cese definitivo de la actividad, asegurando que era una difícil decisión que barajaban hace un tiempo debido a que la situación económica actual les resultaba insostenible.
“El consumo bajó mucho, los canales de venta y distribución cambiaron, se vende por internet, cambió la manera del consumidor de comprar, eso influye también, más las devaluaciones y los cambios de precios. Es una realidad que afectó a todos los comercios, han cerrado una cantidad enorme de locales”, analizó en su momento a este Diario.
Como medida, optaron por liquidar al 50 por ciento toda la mercadería, con todos los medios de pago, como un “agradecimiento a la ciudad por tantos años de fidelidad”, según sostuvo uno de los propietarios. También agregó un agradecimiento especial a Alfredo Maidana, que estuvo 40 años al frente del negocio: “Él fue responsable de que nos mantengamos tanto tiempo”, dijo.
Castresana contó que el local pertenece a un familiar y todos toman decisiones y evalúan negocios y posibilidades. “La verdad, si hubiéramos tenido que pagar el valor de alquiler del mercado tendríamos que haber cerrado hace diez años, se puede ir manteniendo pero llega un momento que no da para más”, justificó.
El empresario, que es socio de la tienda junto a un primo, expuso que la estructura de costos que implica solventar un comercio complicó el escenario. Asimismo, recalcó los años de bonanza que la tienda tuvo en el pasado y refirió que no se podían quejar porque teníamos buenas ventas, pero en los últimos años se volvió insostenible. “Llegamos a tener quince empleados, ahora tenemos siete”, reveló
El dueño, que reside en la Ciudad de Buenos Aires, se sorprendió por la repercusión que el cierre del local generó en Tandil, debido a que La Capital es una de las tiendas que está inserta en el imaginario colectivo de la sociedad. “Sé lo que significaba para la ciudad, también la nostalgia, la angustia y la tristeza que representa esto”, aseveró.