Otra muerte en la 226… y hasta el semáforo lloró
Desde hace casi tres décadas, quien escribe estas líneas ha publicado diversos artículos en este diario, relacionados con la extrema peligrosidad de la ruta 226 en el sector urbano de Tandil. Hoy, ya formalmente retirado de la actividad periodística, lo vuelvo a hacer, porque en el medio se continúan registrando muertos que son nuestros, son del pago.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailDesde el primer momento hemos dicho que la única solución es la instalación de semáforos, porque cualquier otra obra de cierto costo va a quedar postergada indefinidamente, como realmente viene aconteciendo. Durante muchos años, se nos respondía que eso era poco menos que una locura. Las respuestas más “suaves” tenían que ver con la “imposibilidad” por ser de jurisdicción nacional. En este momento, estoy escribiendo estas líneas en la ciudad de Termas de Río Hondo, Santiago del Estero, en un bar ubicado precisamente junto a la ruta nacional 9. Los semáforos aquí llevan más de 20 años. Muchas decenas están sobre la ruta 3, a la salida de Buenos Aires y hacia el sur, a la altura de Neuquén. Y tantos otros ejemplos. Siempre hemos preguntado: “¿Es nacional? ¿Ah, sí? ¿Tenemos miedo de que se atrevan a erradicarlo, una vez instalado?” Hasta la vecina Rauch, con menos habitantes, tuvo que hacer algo y hace décadas construyeron varios lomos de burro sobre la Ruta 30.
Coincidimos en que los conductores de vehículos deben tener extrema precaución, tanto en rutas como en calles y avenidas urbanas. Hemos sostenido en otros artículos, que los legisladores tendrían que redactar leyes para endurecer las penas para los irresponsables y asesinos al volante. La imprudencia extrema sólo se va a corregir con cárcel efectiva para quien mata con su vehículo. Pero esto es, puntualmente, otra cosa. Es una ruta que no es tal. Es una avenida lisa y llana. Que no solamente provoca muertos que son nuestros, sino que ocasiona en miles de vecinos, inauditas molestias y pérdidas de tiempo por tener la ciudad partida en dos.
Nadie sabe cómo hacer para cruzar. Me he enterado que en los últimos días ha habido “festejos” porque se nos prometió de una vez por todas, la semaforización, es decir, esa idea tan loca… ¡No!, por favor. ¡Pasarán más mil años! Hagámoslo nosotros, es decir, el municipio. Y luego, de a poco, hagamos apertura de calles y el resto de la urbanización. Pero el primer paso es muy urgente. Y si en su momento se colocaron de manera rápida semáforos en avenida Don Bosco, esta obra en la “Avenida 226” no debiera demorar ni siquiera diez días más.
Dicen que hay semáforos “inteligentes”. Lo creo. Además, son sensibles. Ante esta otra muerte evitable, todos los semáforos de Tandil se han puesto a llorar.