Alivio

En los recuerdos que tengo de mi abuela materna, siempre la veo haciendo algo. Salvo contadas excepciones, la recuerdo en la cocina preparando el almuerzo o la cena, barriendo el piso, baldeando la parte de cemento del patio. Nunca sentada, sin hacer nada.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEsos recuerdos se remontan a mis cinco o seis años en Mar del Plata; luego nos vivimos a vivir con mi familia a Tandil y solo la veía en los veranos. La recuerdo, también, trabajando en aquellos días de calor. Como si nunca hubiera podido despojarse del ritmo que le demandó gran parte de su vida: hacer las cosas de la casa para criar diez hijos y mantener contento a un marido.
De los diez, solo dos continuaban viviendo con en la casa por aquellos años de mi infancia. Sin embargo, ella estaba todo el día yendo o viniendo, de la mesada al lavadero, de las piezas al patio para darle de comer al perro Alejo, de la despensa de la otra cuadra a la cocina.