Calvino, el celular y los gorriones

No me gusta hacer estadísticas cuando me dedico a mirar el mundo con ojos contemplativos. A ver: si estoy tomando un café en la vereda, que es el lugar adonde nos confinan a quienes tenemos el vicio de fumar… Y he dejado la frase inconclusa porque se me ocurre algo que si no lo escribo ahora posiblemente me olvide:
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Accedé a las últimas noticias desde tu email¿Alguien alguna vez –además de mí- se ha preguntado por qué la mayoría de los vicios se pueden ejercer en ambientes cerrados salvo el de la adicción al tabaco? Por ejemplo, adentro se puede jugar compulsivamente, beber como un beduino, practicar sexo en casi todas sus variantes, consumir sustancias lícitas o ilícitas, tomar café como para no dormir en seis meses, comerse las uñas, ser un workaholic, hacer ejercicio físico hasta caer desmayado, pasarse horas con un videojuego o mirando páginas porno, mentir a mansalva o insultar. Pero a fumar, ¡afuera! (como diría el candidato que ya no lo es).
Listo. Sigo.