Canción para los días…

Creo que lo que voy a contar es de otra época. De hecho, lo es. Porque esa época de la que estoy hablando es (como tantas de las cosas que suelo contar en este espacio) de mi adolescencia. Y eso fue hace más de medio siglo. O sea, no solo es otra época: sin exagerar, es otro mundo.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEl mundo de mi adolescencia, de mi infancia, de mi primera juventud tenía espacios en blanco. Renglones sin escribir en los que uno se entretenía haciendo garabatos o practicando distintos tipos de letra o escribiendo una y otra vez el nombre propio (o de la chica o el chico que le gustaba, eso era mejor).
Hoy me parece que el mundo es un papel (una pantalla) con los casilleros completos. Está todo escrito, dibujado, coloreado. Lleno. No se permite (no nos permiten) los espacios vacíos, en blanco.