Los sueños de Piedra Azul
La historia cuenta que en días como estos, allá por 1834, el temido Calfucurá comenzaba a convertir en el amo y señor de las Pampas. Es que unos días antes, su amigo el cacique Toriano había sido fusilado por estos pagos, presumiblemente producto de una traición de los vorogas, los primeros araucanos en establecerse por estas tierras.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailDías más tarde, Calfucurá los convocó en Masalle –cerca de Epecuén- con la excusa de un intercambio de caballos y ganado, y prácticamente los exterminó. Esa masacre marcó el inicio del poderío de Calfucurá, que se extendió por cuatro décadas. Con un puñado de 200 araucanos cimentó su liderazgo a base de bravura, pero también en una capacidad política inigualable. Cuando quiso fue aliado del blanco; cuando no, fue su peor enemigo. Durante el gobierno de Rosas tejió una alianza que significó años de tranquilidad para los pueblos de frontera. Muerto el Restaurador, Calfucurá volvió a demostrar que su capacidad de estragos estaba intacta.
Las principales ciudades del centro y sur bonaerense supieron de sus incursiones o la de los suyos. Tandil, entre ellas. Hacia fines de 1855, el pueblo quedó casi desierto por temor a una avanzada de la indiada. La mayoría de la población se refugió en Dolores. Acá apenas habían quedado unas decenas de vecinos dispuestos a matar y morir para defender sus bienes.