Casos policiales que conmovieron a Tandil
Engañada y abandonada, rotas sus ilusiones matrimoniales, reaccionó contra quien la había traicionado, poniéndole cinco balas en el cuerpo para que no quedaran dudas de su intención homicida.

El italiano José Rodi vino a nuestro país y a Tandil, cuando contaba 27 años de edad. Lo hizo, como tantos inmigrantes, con el propósito de reunir aquí lo necesario para construir una casa y traer a sus padres y a Carlina, su novia, con quienes se proponía vivir. Si bien la madre falleció poco después de su llegada, no cambió su idea de reunirse en esta ciudad con su padre y con la mujer amada.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailAlbañil de profesión, comenzó a trabajar en lo suyo de sol a sol, pensando siempre en el entrañable afecto que lo ligaba a quienes habían quedado allá, del otro lado del mar. Pero no contó que en su camino habría de cruzarse aquí con Lidia Mayo, una muchacha veinteañera hecha de afecto y dulzura, capaz de obnubilar su mente transformando sus proyectos. De manera que el idilio que comenzaron a vivir tan apasionadamente, no sólo le permitió el olvido del terruño, sino también de los placeres de antaño allá lejos y de la palabra empeñada de traer a los suyos para vivir juntos otra vez. Hasta que cobró vigencia inusitada cuando Lidia lo esperó un día al término de la dura tarea diaria para decirle: "¿Sabés una cosa?.. vas a ser papá". Y el anuncio fructificó poco después, cuando nació la criatura, producto de su amor apasionado.
Todo era, por aquel entonces, una entrañable relación entre los dos. Hasta que una carta llegada de Italia vino a romper la armonía entre Lidia y José, cual un piedrazo arrojado en un lago calmo. "Vamos con tu papá en el vapor que sale de Génova"… comenzaba a decir Carlina. Y agregaba: "no veo el momento de estrecharte en mis brazos, para comenzar a recorrer juntos el camino que siempre soñamos".