De cuando El Centinela, que no era de piedra, se vino abajo
Adela Cortina, empleada primero de la Cámara Comercial e Industrial de Tandil y, posteriormente de la Compañía de Seguros El Centinela, brinda una mirada retrospectiva de los tiempos de esplendor de esta empresa y su derrumbe, como el de tantas otras de la ciudad que tuvieron que bajar las persianas agobiadas por los tiempos difíciles y los malos manejos y decisiones.
“El año que viene la Cámara cumplirá cien años y yo me siento parte de esa historia –cuenta Adela- en su coqueto departamento al que se ha mudado no hace mucho. Mientras degustamos un té mirando por los ventanales el panorama que nos ofrece la hermosa ciudad que habitamos, se anima a recordar otros tiempos, otras épocas, donde parecía que todo comenzaba a surgir para perpetuarse en el tiempo. Pero no fue así. Y un día, entre lágrimas propias y ajenas tuvo que admitir que su lugar de trabajo, su segundo hogar se derrumbaba y que no existía otra solución que abandonar el lugar sin mirar por sobre el hombro como implosionaba la empresa.
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Accedé a las últimas noticias desde tu email“Edgardo Camuña estuvo desde siempre en El Centinela, hizo que la cooperativa creciera, fue subiendo de categoría dentro de La Cámara que alquilaba oficinas –actualmente Cámara Empresaria-, por ejemplo a la escribana Pellegrini, al Colegio de Escribanos, al Estudio Contable Lunghi y Piaggentini, de modo que siempre estaban ocupadas.
-¿Desde cuándo trabajó allí?