Negocios afortunados

Por Tomás Duringer
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Accedé a las últimas noticias desde tu email¿Existe la suerte? Es una pregunta común, que causa debate entre los escépticos. Lo que es innegable es que, en muchas ocasiones, los eventos suceden en un determinado orden que parece que fueron ordenados por algo más grande que nosotros.
Era diciembre de 2003, una mítica empresa de embutidos tandilenses en busca de expandirse internacionalmente, intentaba llegar a las grandes cadenas de supermercados de toda Latinoamérica. Es así que había empezado una gran campaña de viajes, y uno de esos destinos fue Perú. Dos empleados habían sido seleccionados para ir y negociar. La tarea era sencilla, tenían las reuniones ya programadas con antelación, solo tenían que acordar un precio. Y para presentar bien los productos, llevaban una muestra de cada uno con ellos.
Cuando abordaron el avión, vieron algo curioso, una gran cantidad de gente con las mismas remeras. Resultó ser un equipo de fútbol, pero no cualquiera, era el Cienciano del Cuscú, que había empatado con River Plate en la final de la Copa Sudamericana. Considerando que era un equipo chico, constituía un gran logro. En el vuelo venían cantando y festejando, el próximo partido tendría lugar en Lima. Jugarían de locales, por lo era más fácil ganarle al equipo argentino.
Cortesía de Mag.
Durante el viaje ambos tandilenses venían hablando de cómo iban a convencer a los dueños de los supermercados, además de repensar las metas de ventas y precios. Se habían bajado del avión ansiosos por pasar por los controles lo más rápido posible para llegar al hotel y descansar. Sin embargo, cuando vieron a la policía aeroportuaria se
dieron cuenta de algo: los embutidos no tenían todo el papeleo correspondiente. Estaban certificados por Argentina, por eso habían logrado abordar el avión. Pero no por Perú. Los nervios los invadieron. Les iban a requisar los productos por lo que no solo no iban a tener algo para mostrar, sino que posiblemente se los confiscaran, haciendo quedar mal a toda la empresa. Estaban en un grave problema, pero no había nada que hacer. Solo quedaba esperar lo inminente.
Llegaron al botón que debe oprimirse para que aparezca la luz verde o roja. Según el color que sale, te revisan o no el equipaje. Lo presionaron, rojo, la situación era peor de lo que esperaban. Empezaron a caminar, pero de repente vieron que el oficial aeroportuario estaba tan ocupado conteniendo a los periodistas para que no se acercaran al plantel ni rompieran los protocolos de seguridad, que les hizo señas para que siguieran. No los quería revisar. Avanzaron lo más rápido que pudieron, por las dudas de que el policía se arrepintiera. Salieron del aeropuerto y abordaron el transporte que los estaba esperando. El corazón les latía a mil por hora.
Al día siguiente tuvieron las reuniones. Mostraron los productos y los empresarios quedaron maravillados. Un acuerdo histórico se había consolidado. Pero este no fue solo obra de los negociantes, sino también de la suerte que los acompañó durante todo este viaje.