El fin del príncipe Andrés: el rey Carlos III, su hermano, lo despojó de sus títulos
Detrás del cambio de nombre, una historia de identidad monárquica que se remonta más de un siglo atrás.
:format(webp):quality(40)/https://cdn.eleco.com.ar/media/2025/10/carlos_iii.avif)
El príncipe Andrés no deja de acaparar titulares, para desgracia de su hermano, el rey Carlos III, a quien no le gusta nada ser el centro de atención por temas polémicos. Pero ha sido precisamente él quien ha provocado los últimos titulares al despojarle de sus títulos y tratamientos reales, quitándole parte de su identidad.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailAhora se le conoce oficialmente como Andrés Mountbatten-Windsor. Un nombre que, más allá del protocolo, arrastra una historia de reinvención monárquica, tensiones familiares y decisiones políticas que se remontan más de un siglo atrás.
De Saxe-Coburg and Gotha a Windsor
Todo comenzó en 1917, en plena Primera Guerra Mundial. En el Reino Unido se respiraba un fuerte sentimiento antialemán y eso no ayudaba a la familia real, que llevaba un apellido que agitaba los ánimos: Saxe-Coburg and Gotha.
La conexión germánica resultaba tan incómoda que el rey Jorge V, abuelo de Isabel II, decidió actuar. Con un decreto histórico, rebautizó a la dinastía como Casa de Windsor, en honor al castillo que simbolizaba la historia británica.
La decisión marcó el nacimiento de una nueva identidad nacional y de un apellido que aún hoy define a los royals británicos.
El legado Mountbatten
El cambio de nombre fue contagioso. El príncipe Luis de Battenberg, antepasado directo del actual Andrés, también optó por “anglicanizar” su apellido, pasando a ser Mountbatten. Con ello, eliminaba cualquier rastro de sus raíces alemanas y se alineaba con el espíritu patriótico del momento.
Décadas después, su sobrino Felipe de Grecia y Dinamarca, esposo de Isabel II, haría lo mismo: renunció a sus títulos extranjeros y adoptó el apellido Mountbatten antes de su boda en 1947. Tras su enlace pasó a ser conocido como príncipe Felipe o Felipe de Edimburgo.
El dilema del apellido real
Cuando Isabel II ascendió al trono en 1952, surgió el debate sobre qué apellido llevarían sus hijos. Felipe daba por hecho que serían Mountbatten, pero la reina decidió mantener el apellido Windsor, en honor al legado de su abuelo Jorge V.
La decisión no fue bien recibida por Felipe, que llegó a lamentarse entre sus amigos: “Soy el único hombre del país que no puede dar su nombre a sus hijos. No soy más que una maldita ameba.”
Durante años, el tema fue una herida abierta en el matrimonio real. Finalmente, en 1960, la reina buscó una solución salomónica: decretó que sus descendientes que no llevaran el título de príncipe o princesa usarían el apellido Mountbatten-Windsor, uniendo ambos linajes en una sola denominación. Desde entonces, ese nombre híbrido acompaña a varias generaciones de la familia.
El nuevo nombre de Andrés
Ahora, tras perder su tratamiento de Su Alteza Real y el título de duque de York, Andrés pasa a identificarse oficialmente como Andrés Mountbatten-Windsor, tercer hijo de la difunta Isabel II y del duque de Edimburgo.
Un gesto aparentemente formal que, sin embargo, tiene una enorme carga simbólica: el regreso a su apellido civil marca el punto final de su vida como miembro activo de la realeza británica.