¿Conocés el templo budista secreto de Tandil? La historia de la estupa del Parque Independencia
Oculta en uno de los paseos más icónicos de la ciudad, una construcción sagrada es un refugio de paz desde 1997. Te contamos su significado, por qué se eligió Tandil y cómo visitarla.
Tandil es una ciudad rica en historias, leyendas urbanas y secretos que a menudo se esconden a simple vista. Desde el origen de un nombre peculiar de una calle hasta la anécdota detrás de un monumento icónico, cada rincón guarda un relato esperando ser contado.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailCon el objetivo de sacar a la luz estas joyas ocultas, el programa Alto Día, que se emite todos los sábados de 11 a 13 por El Eco Streaming, Eco TV y Tandil FM 104.1, lanzó una nueva sección: "Sabías qué…".
En su primera temporada, serán ocho capítulos. El segundo de ellos es sobre la estupa budista que se colocó hace ya casi 30 años en una de las laderas del Parque Independencia.
Episodio 2: estupa
Lejos del ruido del centro, en un rincón poco transitado del Parque Independencia, se levanta una estructura blanca que parece transportarnos a las montañas del Tíbet. No es un monumento común; es una estupa, el primer templo budista de su tipo construido en la Argentina y un faro espiritual que desde 1997 llena de paz y silencio el paisaje serrano de Tandil.
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Para la mayoría, pasa desapercibida. A pocos metros de la Fuente de los Vascos y del icónico Castillo Morisco, esta construcción sagrada guarda miles de años de tradición, aunque no tiene carteles luminosos ni busca la atención del turista. Su presencia es simple, profunda y, para muchos, un completo misterio.
Un faro espiritual en las sierras
En la tradición budista, una estupa es un monumento que representa la mente iluminada de Buda. No es un edificio para entrar o habitar, sino un centro de energía que se rodea, se respeta y se utiliza como punto de meditación.
Su estructura simboliza los cinco elementos —tierra, agua, fuego, aire y espacio— y en su interior se guardan reliquias, textos sagrados y objetos consagrados por lamas tibetanos.
La historia de su llegada a Tandil comenzó en 1997, cuando el Centro Budista Dongyuling, perteneciente a la escuela tibetana Vajrayana, buscaba un lugar en la Argentina para plantar una semilla espiritual. La elección de Tandil no fue casual: la energía de sus sierras, su silencio y su paisaje resonaban con la geografía sagrada de las montañas de Oriente.
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En aquel entonces, el centro budista tenía una sede en la ciudad, coordinada por Hugo Palacios y conformada por un grupo de unas 15 personas, en su mayoría estudiantes. Fue precisamente uno de estos estudiantes quien, en un acto de generosidad, donó el terreno donde hoy se erige la estupa.
Construida siguiendo los lineamientos ancestrales, fue consagrada ese mismo año con una ceremonia especial, convirtiéndose en un hito espiritual y cultural.
Para encontrar la estupa, basta con caminar por los senderos menos transitados del Parque Independencia. Al llegar, la recomendación es simple: mantener el silencio y el respeto. Una práctica tradicional invita a rodear la estupa en el sentido de las agujas del reloj. Este acto milenario simboliza el dejar atrás las distracciones y el ruido del mundo para conectar con la paz interior.
La estupa de Tandil es más que un monumento religioso. Es un símbolo de la convivencia de culturas y creencias en una ciudad que abraza historias diversas. La próxima vez que busques un respiro del ruido cotidiano, no necesitas ir lejos. Entre las sierras, este pequeño templo blanco susurra una historia de silencio y espiritualidad que habla directamente al corazón. Porque en Tandil, hasta la paz tiene su propia historia.
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