La historia del roble de Guernica y la higuera de Sarmiento que crecen en Tandil
En Tandil, dos árboles cuentan una historia que viajó miles de kilómetros. Un roble del País Vasco y una higuera de San Juan echan raíces en suelo serrano, uniendo en silencio los legados de libertad y educación que definieron a dos pueblos y hoy siguen creciendo juntos bajo el mismo cielo.
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Tandil es una ciudad rica en historias, leyendas urbanas y secretos que a menudo se esconden a simple vista. Desde el origen de un nombre peculiar de una calle hasta la anécdota detrás de un monumento icónico, cada rincón guarda un relato esperando ser contado.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailCon el objetivo de sacar a la luz estas joyas ocultas, el programa Alto Día, que se emite todos los sábados de 11 a 13 por El Eco Streaming, Eco TV y Tandil FM 104.1, lanzó una nueva sección: "Sabías qué…".
En su primera temporada, serán ocho capítulos. En este quinto episodio, hablamos sobre dos árboles que echaron raíces en la ciudad.
Porque Tandil es una localidad de sierras y fuertes tradiciones, pero también un lugar donde la historia de dos mundos se encuentra. ¿Sabías que en sus plazas crecen dos árboles que no son de acá, sino símbolos vivos traídos desde tierras lejanas y sagradas? Uno es un retoño del mítico Árbol de Guernica, emblema del País Vasco; el otro, un descendiente de la histórica higuera de Sarmiento, símbolo de la educación argentina.
Estos dos árboles, que crecieron a miles de kilómetros de distancia, hoy comparten el mismo cielo serrano, uniendo en sus ramas legados de libertad y conocimiento.
El guardián de la memoria vasca: el Roble de Guernica
El Árbol de Guernica es el roble foral bajo cuya sombra los señores de Vizcaya juraban respetar las leyes, convirtiéndose en el símbolo universal de las libertades del pueblo vasco. Su presencia en la Argentina es anterior a lo que se cree, ya que un ejemplar descendiente existía en la estancia Tandileofú desde 1854, gracias a la familia Pereira Iraola.
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Sin embargo, el retoño que hoy honra la memoria de la colectividad vasca en la ciudad tiene una historia de perseverancia. En 1953, la agrupación Gure Etxea intentó plantar uno en la Plaza Independencia, pero no sobrevivió.
La historia renació gracias al compromiso de Ignacio Auzmendi y Agustina Peña. Esta pareja tandilense de origen vasco recogió bellotas del árbol foral durante un viaje a Euskadi en 1912. De una de esas semillas nació un roble fuerte que fue donado al Centro Vasco Gure Etxea. El 11 de julio de 1976, este nuevo retoño fue plantado en la Plaza Martín Rodríguez (la Plaza del Tanque), justo frente a la sede del centro.
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Hoy, este roble no solo es un monumento a la memoria, sino una semilla que se sigue multiplicando: desde 2021, el Centro Gure Etxea reparte nuevos retoños a familias e instituciones, manteniendo viva una cadena de memoria que cruza océanos.
La sombra de la educación: la higuera de Sarmiento
Si cruzamos la ciudad hasta el barrio San Juan, en la Plaza Inocencio Noguera, encontraremos otro árbol con una historia igualmente poderosa: la higuera que proviene de la Casa Natal de Domingo Faustino Sarmiento, en la provincia de San Juan.
La tradición cuenta que esta higuera fue plantada por la madre de Sarmiento, Doña Paula Albarracín, y que a su sombra el prócer solía leer y estudiar durante su infancia. Por esta razón, el árbol se transformó en un poderoso símbolo de la educación, el pensamiento libre y el esfuerzo.
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Desde 1938, la Casa Natal de Sarmiento comenzó a repartir retoños de esa higuera por todo el país, con el propósito de que la idea de que "la educación también echa raíces" se difundiera. Tandil recibió su ejemplar, que fue plantado en la Plaza Noguera, justo frente a la Biblioteca Popular Doña Paula Albarracín de Sarmiento.
Ambos encontraron en Tandil una tierra fértil para crecer. La próxima vez que te encuentres con el roble en la Plaza del Tanque o la higuera en la Plaza Noguera, detente un instante. Sus hojas susurran historias que cruzaron siglos y continentes, y que hoy forman parte silenciosa, pero fundamental, de la identidad cotidiana de la ciudad.