Hicieron un helado en homenaje a La Piedra Movediza
El artista Cristian Segura presentó el Helado Piedra Movediza, un monumento efímero y comestible inspirado en la mítica piedra de Tandil.
En la última edición de la Noche de las Librerías, los asistentes de ¡Hola! Librería no solo presenciaron una experiencia artística única, sino que también se convirtieron en parte de ella. El artista tandilense Cristian Segura, de vasta trayectoria tanto en el país como en el extranjero, habiendo participado en eventos como la Trienal de Chile, la Bienal de Curitiba, la Bienal de La Habana y Bienal Sur, además de exponer en instituciones como el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, el Museo Carrillo Gil de México y el Museo de las Américas en Washington, presentó su obra Helado Piedra Movediza, una propuesta que trasciende lo culinario para transformarse en una experiencia conceptual, sensorial y profundamente emotiva.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailA las 20:30, Segura ingresó al espacio con un centenar de helados, que comenzó a repartir entre los asistentes. El simple acto de recibir este helado, con su distintivo color gris y su simbolismo, capturó la atención del público. Primero lo observaban con curiosidad, luego lo degustaban, y finalmente se sumergían en una conversación colectiva sobre la historia de la emblemática Piedra Movediza de Tandil.

Un helado que narra la historia de Tandil
Cada detalle de esta obra fue minuciosamente diseñado para conectar al participante con la historia y el simbolismo de la Piedra Movediza. Su tono grisáceo evocó la textura mineral de la roca, mientras que su textura y sabor únicos simularon, de manera simbólica, la caída de la piedra en 1912. “El gris mineral evoca la textura y materialidad de la piedra original, permitiendo que el espectador establezca un vínculo directo con su historia”, explicó Segura.
Con el helado se propuso una experiencia íntima en la que el público "incorporó" la memoria de Tandil de una manera física y simbólica. Este acto transitorio ilustró cómo lo efímero puede convertirse en una forma poderosa de preservar y reinterpretar la historia.
Puede interesarte
El espectador como archivo vivo
A diferencia de los monumentos tradicionales, Helado Piedra Movediza involucró activamente al público como el núcleo de la obra. “Me interesa que el espectador no sea un observador pasivo, sino el centro mismo de la obra. Al consumir el helado, su cuerpo se convierte en un archivo viviente, un espacio donde la memoria se activa y se transforma”, comentó el artista.
Esta participación activa redefinió la relación entre el arte y la audiencia, convirtiendo al público en guardianes temporales de una narrativa que vive y se transforma en el presente.
Más que un postre: un manifiesto comestible
El Helado Piedra Movediza es una pieza que desafió la idea tradicional de lo eterno. Su fragilidad —similar a la de la roca que alguna vez desafió el equilibrio— representó la memoria como un proceso en constante cambio. “La historia y la memoria no son estáticas, sino experiencias en constante transformación. Este helado replantea la forma en que preservamos lo que ya no está”, expresó.
Al derretirse en el paladar, el helado invitó a los participantes a reflexionar sobre la transitoriedad del tiempo y cómo la memoria puede persistir más allá de lo físico. “Esta obra habla sobre la tensión entre la voluntad de eternizar algo y la inevitabilidad de su transitoriedad”, señaló.

Un monumento efímero con impacto duradero
En lugar de perpetuar la memoria de la Piedra Movediza en materiales duraderos como bronce o mármol, Cristian Segura eligió un medio efímero que solo existe mientras se experimenta: el helado. Este soporte transitorio permitió que la historia cobrara vida en el momento mismo en que se compartió y consumió, transformando el acto de recordar en una experiencia sensorial y emocional profundamente personal.
“Es un monumento efímero que, en su fragilidad, desafía las nociones tradicionales de patrimonio, memoria y arte. Vive en los cuerpos y en las historias de quienes lo experimentan”, concluyó Segura.
El Helado Piedra Movediza no solo invitó a replantear cómo recordamos nuestra historia, sino que también demostró que lo efímero puede ser tan poderoso como lo eterno. En su diseño gris y minimalista, encapsuló una narrativa que derritió las barreras entre el arte, el tiempo y la experiencia humana.