Sus padres fueron desaparecidos en el circuito represivo La Huerta y espera la sentencia: “Que se haga justicia”
La historia de Simón Medina, a días de la lectura del veredicto del Juicio La Huerta.
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El próximo viernes 24 de octubre, el Tribunal Oral Federal Nº 1 de Mar del Plata llevará a cabo en el Aula Magna de la Unicen la lectura del veredicto del Juicio La Huerta. El proceso juzga delitos de lesa humanidad cometidos contra 191 víctimas en la ciudad y la zona. Pero atrás de ese número hay historias, muchas historias de búsqueda, de memoria y de identidad. Una de ellas es la Simón Medina, quien tenía apenas un año cuando su padre fue secuestrado en su casa de Yrigoyen y Uriburu. Poco tiempo después, su madre tuvo el mismo destino. A la espera de la sentencia, Simón dialogó con El Eco de Tandil y contó su vida, que es también la de tantos otros.
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Accedé a las últimas noticias desde tu email“Que se haga justicia. Tardó en llegar, tendría que haber sido antes, pero más vale tarde que nunca. Me voy a poner contento con todas las sentencias independientemente de si es la del represor de mi viejo en particular. Sé que de alguna manera Balquinta -que falleció-, quedó impune por el caso de mi vieja, pero también sé que estuvo condenado por otros casos. Desde ahí uno también siente un poco de alivio”, dijo desde Ensenada, la ciudad en la que vive desde que su mamá fue secuestrada, y en la que se crió junto a sus abuelos maternos.
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Hijo de Daniel Reynaldo Medina y de Elizabeth Kennel, no son demasiados los datos que Simón pudo reconstruir sobre la vida de sus padres. Hasta los 12 años pensó que su papá y su mamá estaban trabajando en Italia, por lo que esperaba con ansias que regresen y le lleven de regalo una camiseta de fútbol. Pero entonces supo parte de la verdad, y desde ahí en adelante comenzó una búsqueda que todavía continúa.
Un punto clave en ese camino fue cuando a los 16 años pudo leer el Nunca Más y encontró el nombre de su padre entre la lista de desaparecidos. Daniel Reynaldo había nacido en Orense, y se recibió de abogado en La Plata. Llegó a trabajar en la Facultad de Derecho pero la intervención de 1974 hizo que tome nuevos rumbos y ya en pareja con Elizabeth, ambos se mudaron a Tandil, donde nació Simón.
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Como abogado, en la ciudad defendió derechos laborales de trabajadores de Metalúrgica y presentó habeas corpus por casos de detenciones y desapariciones. “Entendemos que no se sentía perseguido, no tenía miedo y hasta tengo una placa de un estudio jurídico con su nombre que no pude saber todavía si llegó a abrir o no”, dijo Simón.
Estando la familia en su casa de Uriburu al 1400, un 18 de octubre de 1976, un grupo comando ingresó y se llevó a Daniel. Elizabeth se refugió con Simón en Mar del Plata, donde vivieron dos años junto a familiares. En circunstancias que todavía buscan esclarecerse, el 12 de julio de 1978 la joven de 29 años fue secuestrada cuando viajaba desde la ciudad balnearia hasta Tandil.
En el 2011, Simón recibió un llamado. Era del Equipo Argentino de Antropología Forense, para que concurra a dar una muestra para un análisis que poco tiempo después determinó que su madre había sido asesinada en lo que se conoce como la Masacre de Luna Roja. Junto a otras 4 personas fueron encerradas en una casilla de madera y fallecieron luego de que los captores hayan hecho detonar un explosivo.
Seguir buscando
Desde los 12 años, Simón empezó una reconstrucción de su historia personal, que todavía continúa. Entre otras cosas pudo saber que su papá escuchaba folclore y en particular Los Chalchaleros, y que su mamá bailaba danzas españolas. Como tantos otros hijos de desaparecidos, todavía sigue atento a dar con personas que hayan conocido a sus padres y puedan contarle de algún otro dato.
“Cuando me llamaron para darme el resultado del análisis del Equipo de Antropología Forense, yo iba en el auto pensando, y con la ilusión de que me iban a decir que habían encontrado a mi vieja en algún lugar del mundo. Sabía que no, pero en mi inconsciente la ilusión estaba. Uno vive con esa ilusión que es parte de esto también, que sigue jugando en la psiquis de uno porque al estar desaparecido, al no tener cuerpo y no saber que pasó, la esperanza queda siempre. Es una utopía, pero está”, contó.
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Simón fue uno de los 213 testigos que pasaron por las audiencias del Juicio La Huerta. Pudo hacerlo por el caso de su padre, pero los jueces le preguntaron también por el caso de su madre, ya que a través de una intensa búsqueda pudieron determinar que en algún momento de su secuestro, Elizabeth fue trasladada a Tandil. Probablemente haya pasado por lo que se conoce como exISER. Quien estaba imputado por su detención era Alberto Balquinta, quien falleció durante el proceso del juicio, por lo cual su responsabilidad quedará impune.
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El próximo viernes 24 de octubre, Simón retornará a Tandil, tal como lo hizo cuando volvieron colocar una baldosa conmemorativa en lo que fue su casa de la infancia. Si bien su expectativa con respecto al juicio era la de encontrar en los diferentes testimonios algo más de información sobre la historia de sus padres, quien dijo que se siente “un tandilense más”, consideró que la lectura del veredicto será “cerrar una etapa”.
Pero el hecho de seguir el rastro de la memoria de Daniel y Elizabeht, continuará. “Espero poder descubrir un poquito más para seguir armando mi historia, seguir armando mi identidad y seguir obteniendo respuestas que hoy no tengo”, dijo no solo por él, sino también por sus dos hijos.
“Más allá de que quiero una condena por quien le hizo esto a mi viejo y a mi vieja, también quiero una condena para el resto de las víctimas de este circuito represivo que fue La Huerta, porque esto es algo colectivo”, concluyó, aunque su búsqueda todavía no concluya.
Redactor El Eco de Tandil