"IL Pomodoro"

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Por Santiago Langer
Era principio de siglo XX, los puertos europeos estallaban de gente, gente con un sueño en común, el de la oportunidad, una nueva vida al otro lado del charco. Entre todas estas personas, estaba mi tatara abuelo, Bodas, quien una tarde de invierno abordó desde el puerto de Cádiz, aquel barco que lo traería hacia estas latitudes. Dejaba a su mujer, Carmen y a sus números hijos en España, para que una vez que fuera posible, hacerles llegar los pasajes al nuevo mundo. No eran una familia adinerada ni mucho menos, por lo que Bodas tuvo que trabajar día y noche durante meses para obtener el dinero necesario para los boletos. Pasó aproximadamente un año hasta que reunió los fondos necesarios, así que compró los tickets, y se los envió por correo a su esposa.