Alimentación consciente: bajar un cambio para vivir mejor
Más que una moda, la alimentación consciente propone un regreso a lo esencial: estar presentes en el acto de nutrirnos.
:format(webp):quality(40)/https://cdn.eleco.com.ar/media/2025/10/comida_consciente.png)
Vivimos acelerados. Saltamos de una reunión a otra, contestamos mensajes mientras comemos, y muchas veces ni siquiera recordamos qué almorzamos ayer. La velocidad se volvió parte del paisaje… pero también nos desconectó de uno de los actos más esenciales que tenemos: alimentarnos.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailEn los últimos años, una práctica simple pero profundamente transformadora comenzó a ganar terreno: la alimentación consciente —o mindful eating. No se trata de una dieta ni de reglas rígidas. Se trata de volver a estar presentes mientras comemos. De recuperar el acto de alimentarnos como un ritual de conexión con el cuerpo, la mente y el entorno.
Escuchar al cuerpo: un superpoder olvidado
Nuestro sistema digestivo está íntimamente conectado con el cerebro. De hecho, el 80 por ciento de la información viaja desde el intestino hacia la cabeza.
Si comemos distraídos —con el celular en la mano o frente a la computadora— el cerebro recibe señales confusas: no sabemos si tenemos hambre real, si ya estamos saciados o si solo buscamos aliviar emociones.
La ciencia lo confirma: el cerebro tarda entre 15 y 20 minutos en registrar la saciedad. Comer más despacio no solo mejora la digestión; también reduce la cantidad de comida necesaria para sentirse satisfecho y estabiliza los niveles de glucosa e insulina.
Slow Down: bajar el ritmo para rendir más
Bajar revoluciones no es perder tiempo. Es invertirlo mejor. Estudios recientes muestran que una pausa real de almuerzo de 30 minutos sin pantallas ni multitarea aumenta un 51 por ciento la concentración y un 64 por ciento la energía en las horas siguientes.
En Estados Unidos, varias empresas están incorporando “almuerzos conscientes” como parte de sus programas de bienestar corporativo. ¿El resultado? Equipos más enfocados, menos estrés y hasta un 10 por ciento más de productividad. Comer rápido no es eficiencia. Es desconexión.
Hambre real vs. hambre emocional
Una de las herramientas más poderosas del mindful eating es aprender a distinguir el hambre física de la emocional. Muchas veces comemos por ansiedad, aburrimiento o costumbre, no porque nuestro cuerpo lo necesite.
Un ejercicio simple: antes de comer, respirá profundo tres veces y preguntate: “¿Esto es hambre o emoción?”
Esa pausa de diez segundos puede cambiar toda tu relación con la comida.
Comer consciente también es cuidar el planeta
Cuando comemos de forma más presente, elegimos mejor los alimentos, desperdiciamos menos comida y valoramos el camino que hizo ese alimento hasta llegar a nuestro plato. La alimentación consciente también es una forma de honrar la tierra y nuestros recursos.
Un pequeño acto que cambia mucho
No hace falta hacer grandes cambios. Basta con empezar por uno: apagar el celular, respirar, masticar despacio y saborear. Porque cuando estamos presentes, no solo nutrimos el cuerpo: nutrimos nuestra mente, nuestras emociones y nuestra vida.
“No necesitamos otra dieta más. Necesitamos volver a estar presentes”.
En el marco del Día Mundial de la Alimentación, esta es una invitación simple pero poderosa: bajá un cambio y volvé a saborear la vida.
MV UBA DH, Microbióloga, Esp. en Wellness