¿Y si lo que te cae mal del medicamento… no es el medicamento?
Lo que nadie te cuenta sobre los ingredientes “inactivos” que pueden afectar tu bienestar.

Cuando tomás un remedio, es fácil pensar que lo único que importa es el principio activo: eso que supuestamente te va a sanar. Pero… ¿alguna vez te sentiste mal después de tomar una pastilla y no supiste por qué?
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailPuede que el problema no sea el fármaco, sino todo lo que lo acompaña.
¿Qué son los excipientes?
Se llaman ingredientes inactivos, pero en realidad tienen muchas funciones:
- Protegen al principio activo del ácido del estómago
- Ayudan a que se absorba mejor
- Le dan forma, color o sabor
- Prolongan la vida útil del medicamento
- Y algunos incluso potencian o disminuyen su efecto.
Lo que no te dicen es que más del 60% de lo que hay en una cápsula o pastilla son excipientes, no el medicamento en sí. Y muchos pueden no ser tan “inofensivos”.
¿Pueden afectar tu salud?
Sí, sobre todo si tenés alergias, intolerancias o sensibilidad digestiva.
Mirá estos ejemplos reales:
- Lactosa: puede causar dolor abdominal, gases o malestar si tomás varios comprimidos al día.
- Caseína: un derivado lácteo que puede provocar reacciones en alérgicos a la leche.
- Trigo o almidón de trigo: pueden contener gluten y generar inflamación en personas con celiaquía.
- Aspartamo: no apto para personas con fenilcetonuria y afecta tu microbiota!
- Colorantes, aceite de maní o conservantes: pueden causar alergias o sensibilidades.
- FODMAPs: ciertos excipientes como polialcoholes o azúcares fermentables pueden desencadenar síntomas en quienes tienen intestino irritable.
Un estudio analizó más de 40.000 medicamentos orales y encontró que el 93% tenía al menos un excipiente potencialmente problemático, y el 45% contenía lactosa en cantidades significativas. ¿Sorprendente? Sí. ¿Evitable? También.
¿Y si seguís una alimentación basada en plantas o evitás productos animales?
Muchos remedios contienen ingredientes de origen animal como:
- Gelatina (vaca o cerdo) en cápsulas blandas
- Lactosa, cera de abeja o lanolina (derivada de la lana)

¿Qué podés hacer?
Pequeños acciones conscientes hacen la diferencia:
- Leé siempre el prospecto (aunque sea aburrido). Si no te lo dan, pedilo.
- Consultá con tu farmacéutico: pueden buscar versiones sin ese ingrediente que querés evitar.
- Entrá a paginas como dailymed.nlm.nih.gov y buscá por nombre del medicamento. Vas a encontrar los ingredientes detallados.
- Chequeá cada vez: si cambiás de marca o te dan un genérico, puede tener otros excipientes.
Tu próximo paso
¿Te gustaría saber qué hay en ese remedio que tomás todos los días? ¿Es compatible con tus necesidades, tu microbiota, tu cuerpo?
Tomá conciencia. Leé. Preguntá. Elegí. Porque hasta en lo pequeño —una cápsula— está la oportunidad de cuidarte mejor.
MV UBA DH, Microbióloga, Esp. en Wellness