El desafío invisible, la contaminación por microplásticos que afecta ecosistemas y salud
Cada año la humanidad produce millones de toneladas de plásticos y apenas una fracción mínima se recicla. ¿El resto? Se convierte en residuos persistentes que afectan tanto al aire, al agua y a la salud de los seres vivos. Los datos del Conicet, sumados a las discusiones globales en torno a un Tratado Internacional, permiten dimensionar una crisis que no conoce fronteras.

El plástico se ha convertido en un material omnipresente, muy a mano en la vida cotidiana y, al mismo tiempo, una de las amenazas ambientales más graves de nuestro tiempo. Su bajo costo, versatilidad y durabilidad lo transformaron en protagonista de múltiples industrias, pero esas mismas cualidades son las que hoy generan un impacto devastador.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailCada año se generan más de 400 millones de toneladas de plásticos en todo el planeta. Menos de un 10 por ciento logra reincorporarse a los circuitos de reciclaje. El resto termina acumulado en basurales a cielo abierto, rellenos sanitarios, cursos de agua, mares y también en los cuerpos humanos y animales. Las evidencias científicas muestran que los microplásticos circulan por la sangre, atraviesan la placenta y se detectan en órganos vitales.
En Argentina, los datos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) marcan que el consumo anual de plástico ronda las 1.900.000 toneladas, lo que equivale a unos 40 kilos por habitante al año. Apenas un 15 por ciento de ese volumen se recicla. Esta proporción resulta insuficiente frente a la magnitud del problema y obliga a pensar en transformaciones profundas en los sistemas de producción, consumo y gestión de residuos.