Una asociación de Tandil recibió una certificación internacional por priorizar a las personas y al planeta
People and Planet First es un título internacional que solo lo tienen 25 organizaciones de Latinoamérica. La Asociación Civil Nuestra Tierra lo consiguió por su trabajo en educación ecológica, inclusiva y cooperativa. El orgullo y la posibilidad de integrarse a una red global que prevalece a las personas y al planeta por encima del beneficio privado.
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La asociación civil Nuestra Tierra, que desde 1996 sostiene una propuesta educativa con fuerte arraigo en la naturaleza y en el cooperativismo, obtuvo la certificación internacional “People and Planet First (PPF)”. No se trata de un sello más, sino de un real distintivo, porque apenas 25 organizaciones en toda América Latina han sido verificadas con este estándar, de las cuales solamente diez están en la Argentina, y únicamente dos en la provincia de Buenos Aires, una de ellas en Tandil.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailLa noticia llegó como una sorpresa, aunque en realidad parecía escrita de antemano en la historia de la institución. “Cuando empecé a completar el cuestionario de verificación y a reunir la documentación que nos pedían como prueba, me di cuenta de que ya éramos una organización que prioriza a las personas y al planeta. No fue necesario inventar nada ni adaptarnos a la fuerza. Fue simplemente reconocer lo que siempre nos definió”, contó a El Eco Multimedios Carmen Escudero Leoz, mamá, socia activa, exintegrante de la Comisión Directiva en varios cargos y miembro del Centro de Educación Ambiental para Docentes (CEAD).
De esta manera, la obtención del certificado no solo legitima un recorrido, sino que también abre puertas. Ahora, la asociación pasó a formar parte de una red internacional que conecta a organizaciones sociales y ambientales de distintos países. Para Escudero Leoz “la alegría fue doble”, ya que por un lado confirmaron que venían haciendo las cosas de manera coherente con sus principios; y por otro, saber que hay redes globales que buscan unirnos para potenciar acciones en común. “Eso nos da esperanza de generar proyectos apoyándonos en instituciones con los mismos valores”, celebró.
“People and Planet First” se implementa a través de una red global de socios, que incluyen organizaciones miembros, certificadores y otros proveedores de servicios que trabajan con empresas que cumplen con los estándares de anteponer el bienestar de las personas y el cuidado del planeta por sobre el lucro, garantizando su propósito social y ambiental a largo plazo.
El origen de una propuesta educativa distinta
Para comprender el valor que la certificación internacional tiene para Nuestra Tierra, es necesario volver a sus raíces. La asociación nació en 1996 como una iniciativa de familias que buscaban un modelo educativo alternativo. No era un proyecto improvisado ni romántico, sino una apuesta consciente en un momento en el que la lógica del consumo desmedido y la competencia individual dominaba la escena social.
Desde el inicio, se definieron tres pilares fundacionales: educación ecológica, educación inclusiva y gestión cooperativa. Esa combinación resultó novedosa en Tandil y marcó un camino que la institución supo sostener a lo largo de casi tres décadas.
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El colegio gestionado por la asociación, que funciona desde nivel inicial hasta primaria, no concibe a la naturaleza como un decorado ni como un tema curricular aislado, sino como un espacio vital de aprendizaje.
“Siempre, desde sus inicios, hicimos acciones de ayuda al prójimo, de contar con becas para que las familias que están interesadas en acceder al Colegio que gestionamos lo puedan hacer más allá de su realidad económica. Y, por supuesto, siempre buscamos anteponer la salud ambiental por sobre lo económico dentro de nuestras posibilidades”, expresó Carmen Escudero Leoz.
La diferencia con otros modelos se hace visible en lo cotidiano. Mientras que muchos enfoques ambientales ponen el acento en los problemas (la contaminación, la pérdida de biodiversidad, el cambio climático), Nuestra Tierra trabaja desde la admiración y el vínculo. “No creemos justo responsabilizar a un niño o una niña por problemáticas ambientales que no generó. En cambio, sí podemos acompañarlos a reconocer que forma parte de la naturaleza y que cuidar de ella es cuidar de sí mismo”, señaló.
En la práctica, esto se traduce en proyectos como el gallinero de sala de dos, la huerta escolar o las salidas al entorno serrano. Cada iniciativa nace de las preguntas de los estudiantes, que se convierten en motores de indagación. El contacto con la tierra, con los animales, con las plantas, no se plantea como una actividad extra, sino como parte del proceso de aprender.
Este modo de entender la educación dialoga de manera directa con los principios de “People and Planet First”. La certificación no solo evalúa aspectos legales o administrativos, también observa cómo las organizaciones operan y si colocan efectivamente a las personas y al ambiente en el centro de sus decisiones. En ese sentido, la pedagogía de la valoración que sostiene Nuestra Tierra se convierte en prueba concreta de un modelo coherente.
Una asociación que prioriza a las personas
La otra cara de la certificación se vincula con la dimensión social. Nuestra Tierra es una asociación civil integrada principalmente por madres y padres que eligieron construir colectivamente una propuesta educativa. Acá no hay dueños ni inversores, sino que las decisiones se toman de manera conjunta y los recursos se reinvierten íntegramente en sostener y mejorar la institución.
“Realmente todo lo que recaudamos está destinado a cubrir nuestros gastos como institución y tiene una posibilidad en lo personal, creo que única, de encontrar un lugar de participación, de poder aportar el tiempo, el conocimiento, las ganas, las ideas en un proyecto tan diferente, que no es nada más y nada menos que el colegio donde crecen nuestros hijos e hijas”, resumió Escudero Leoz.
Vale recordar que, además, cuentan con un programa de becas que busca garantizar que quienes deseen formar parte del proyecto puedan hacerlo, más allá de su situación económica. “Priorizar siempre a las personas también es parte de la verificación”, dijo la socia activa.
La lógica cooperativa se expresa en cada nivel de la gestión. Desde las comisiones de trabajo hasta la organización de eventos comunitarios, la participación activa de las familias es parte del ADN de la asociación. Esa estructura horizontal y solidaria es uno de los elementos que más resonancia tuvo en la certificación PPF, que justamente busca visibilizar modelos alternativos al lucro como motor principal.
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Redes internacionales y proyección
Obtener la certificación “People and Planet First” significa, en términos concretos, formar parte de una comunidad global. La red está impulsada por el World Fair Trade Organization (WFTO) y se concibe como una plataforma que conecta a organizaciones de distintos países que comparten principios de comercio justo, sostenibilidad ambiental y gobernanza democrática.
La Asociación Civil Nuestra Tierra no solo fue reconocida con el sello, también aparece ahora en Good Market, un espacio digital que funciona como vidriera internacional de proyectos con impacto positivo. Allí, escuelas, cooperativas, emprendimientos y organizaciones de más de setenta países exhiben su trabajo y generan alianzas.
“Esto nos da esperanza de que podamos proyectar nuestros esfuerzos más allá de Tandil. No para crecer en tamaño, sino para inspirar a otros y a la vez nutrirnos de experiencias que en otros lugares se están desarrollando”, reflexionó Escudero Leoz. La posibilidad de acceder a redes internacionales, de participar en proyectos colaborativos o de encontrar financiamiento en ámbitos donde se valora la coherencia social y ambiental, representa un salto cualitativo para la institución.
Un reconocimiento que legitima y contagia
Para la comunidad de Nuestra Tierra, la certificación no cambia lo esencial, pero sí legitima un camino. Haber priorizado la cooperación, la inclusión y la educación ecológica en tiempos en que la corriente principal apuntaba hacia otro lado fue una tarea de resistencia. Hoy, recibir un reconocimiento internacional que coloca esos valores en el centro funciona como confirmación de que el esfuerzo valió la pena.
Pero además, abre la puerta a un posible efecto contagio en la ciudad. “Seguramente hay muchas organizaciones en Tandil que ya trabajan con impacto social y ambiental, aunque no lo visibilicen. Ojalá nuestra experiencia inspire a más instituciones a animarse a dar este paso”, manifestó la integrante del CEAD.
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El desafío ahora será aprovechar la certificación como plataforma de proyección, sin perder la esencia que dio origen a la asociación. Seguir educando desde la valoración, sostener la participación de las familias, garantizar la inclusión y abrir la mirada hacia la cooperación global.
En definitiva, que Tandil forme parte de la red “People and Planet First” no es un detalle anecdótico. Es la señal de que los valores que alguna vez parecieron marginales o contraculturales, como la cooperación, el cuidado ambiental y la gestión comunitaria, hoy encuentran un reconocimiento que los valida y los potencia. Y es también la posibilidad de que una escuela nacida de un grupo de familias se transforme en referente internacional de lo que significa priorizar, de verdad, a las personas y al planeta.