El valor de lo no declarado, una mirada al patrimonio natural que late desde Tandil
Recientemente se celebró el Día Nacional del Patrimonio Natural y Cultural. Más que una fecha conmemorativa, esta jornada invita a repensar qué elegimos conservar, por qué y para quién. En Tandil, donde no hay áreas oficialmente declaradas como patrimonio natural, la fecha abre una reflexión necesaria: ¿cómo valoramos aquello que, sin sellos ni títulos, sostiene la vida, la memoria y la identidad colectiva?
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“Patrimonio viene del latín patrimonium y fundamentalmente significa aquello que heredamos de nuestros padres. Nace en el campo jurídico, en el ámbito normativo, sin embargo, en algún momento las ciencias sociales lo resignificaron. Esto ocurrió especialmente tras la Primera Guerra Mundial, cuando el mundo comenzó a cuestionarse qué merecía ser conservado, qué nos identifica y qué nos une”, contó Victoria J. Bianchi, coordinadora del área de Patrimonio Cultural y Archivo Histórico de Tandil.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEn esa búsqueda de sentido, el patrimonio dejó de ser meramente un conjunto de bienes materiales y se convirtió en una expresión viva de la memoria colectiva. Ya no se trata únicamente de monumentos o paisajes, sino también de saberes, costumbres, modos de vida, ecosistemas y tradiciones que narran la historia de las comunidades. Porque el patrimonio —tangible o intangible, natural o cultural— es una huella en el tiempo: un modo de recordarnos de dónde venimos y hacia dónde elegimos ir.
Cada 8 de octubre, la Argentina celebra el Día Nacional del Patrimonio Natural y Cultural, establecido por el Decreto N.º 2033 en 1990. Su propósito es promover la valoración, protección y difusión de los bienes que componen la riqueza ambiental y simbólica del país. Pero más allá de la normativa, la fecha impulsa una reflexión más profunda sobre las tensiones y desafíos que atraviesan las políticas de conservación. Porque proteger no siempre es conservar, y declarar no siempre implica cuidar.