Mariano González: el recuerdo de una carrera soñada y la chance de manejar los hilos en Santamarina
La Vidriera y un mano a mano con uno de los deportistas más grandes que dio Tandil. Su camino en Racing, la medalla dorada en Atenas, Bielsa, el mega estelar Inter y la eventualidad de ser el presidente del aurinegro.
:format(webp):quality(40)/https://cdn.eleco.com.ar/media/2025/12/gonzalez.jpeg)
Por Fernando Izquierdo, de esta Redacción
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailfernandoizquierdo@hotmail.com
Desde la prolífica cantera del club Independiente, Mariano González se abrió camino hacia la élite del fútbol mundial.
No titubeó a la hora de irse de su casa, alejarse de sus afectos y probar suerte en Racing de Avellaneda. Con el tiempo, el destino le retribuyó tamaño sacrificio con creces y una notable carrera en el profesionalismo que incluyó su aparición en la primera de la “Academia”, un Scudetto en un Inter pletórico de estrellas, una medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y presencia en el seleccionado mayor.
Tras un fugaz paso por la conducción técnica en el Santamarina versión 2022, Mariano puso en “stand by” su relación con el fútbol, pero en los últimos días su nombre volvió a la “palestra” como potencial candidato a presidir al aurinegro.
En el programa número 400 de Último Bondi (Tandil FM y Eco TV), el exhábil y veloz puntero se prestó a una extensa entrevista que incluyó variados temas:
-¿Cómo convivís con este “post fútbol” tan traumático para algunos?
-Es un proceso que hay que saber atravesar, el jugador suele no estar listo para dejar de jugar. Hay que sobrellevarlo de la mejor manera. De todas formas, es el “problema” que elijo para mi vida, así que lo tomo como algo natural. Después, claro, está la búsqueda de qué hacer, cómo continuar y todo eso. Es lo que les pasa a todos los deportistas, tienen una fecha de vencimiento temprana y aún les queda energía para seguir haciendo cosas.
:format(webp):quality(40)/https://cdn.eleco.com.ar/media/2025/12/marianogonzalez.jpg)
-Dejaste de jugar para pasar a dirigir de inmediato en aquel Santamarina de 2022. ¿Alguna vez te arrepentiste de ello?
-No. Es algo que hablamos mucho con “Pucho” (Osvaldo Barsottini), que vivió lo mismo que yo. A la semana de haber asumido como entrenadores del equipo, nos preguntábamos qué hacíamos jugando todavía a esa edad, con casi 41 años. A veces, la rutina te va llevando sin que te des cuenta, te vas preocupando por mantenerte bien físicamente y seguís porque comprobás que podés.
Después, se pueden analizar muchas cosas, las formas por ejemplo. Hacía mucho tiempo que veníamos pensando en hacer algo juntos, habíamos coincidido en La Plata cuando yo fui a jugar en Estudiantes y él en Gimnasia. Hicimos juntos el curso de entrenadores, en 2012 ó 2013. Y siempre veníamos hablando de cuándo se nos presentaría la oportunidad. De hecho, un 28 de diciembre me dijo que lo habían llamado de Platense para que vayamos a dirigir. Me agarró desprevenido y me embalé, pero era una joda por el Día de los Inocentes, jaja.
En Santamarina, fue algo que se dio rápido. Se fue el entrenador de ese momento, Sebastián Cejas, cuando la dirigencia nos lo ofreció lo aceptamos con un “sí” rotundo.
-Al mismo tiempo, dejar de jugar significó achicar el plantel.
-Claro, una cosa que no tuvimos en cuenta fue que éramos capitán y subcapitán. Sin darnos cuenta, dejamos al equipo sin dos pilares importantes, hubo un montón de cosas por evaluar, obviamente, con el “diario del lunes” las hubiéramos hecho diferentes. Pero no me arrepiento de haber tomado esa decisión.
El año en Inter
-¿Qué significó en tu carrera integrar aquel plantel de Inter campeón del Calcio en 2007?
-Era un vestuario de jugadores con mucha experiencia y trayectoria. Congeniamos muy bien, teníamos un entrenador con mucha capacidad como Roberto Mancini, con la capacidad necesaria para manejar semejante grupo. También hubo un gran apoyo de un club con mucha voluntad y ganas, con un capitán muy respetado, con un peso importante.
Se dieron las cosas como las pensamos, nos quedó el saborcito amargo en la Champions, en la que fuimos eliminados en octavos de final. Perdimos la final de la Copa Italia, estuvimos en competencia hasta el último día. Logramos el título de la Liga, que era lo más importante, asegurándolo con cinco o seis fechas de anticipación. Fue un año muy bueno, hacía mucho que Inter no lograba salir campeón.
:format(webp):quality(40)/https://cdn.eleco.com.ar/media/2025/12/marianogonzalez_1.jpg)
González fue campeón de Italia con Inter en la temporada 2006/07.
-La única “manchita” es que Milan haya ganado ese año la Champions.
-Sí, hay una rivalidad. Pero la gente también supo entender, valoró el año que tuvimos, entiende el proceso que atraviesa cada club. Es fútbol y, en definitiva, se analiza la temporada entera. La gente puede enojarse en determinado momento, pero a final del año cuando hace la cuenta si el saldo es positivo está contenta, sí es negativo pide que se vaya todo el mundo. Siempre es así.
-Hoy, hay casi unanimidad en poner a la Premier League como la liga más competitiva, pero en ese entonces el Calcio tenía un lugar de privilegio en la consideración general. ¿Alcanzás a valorar hasta dónde llegaste?
-Sí. Me doy cuenta de la carrera que hice, del recorrido que atravesé. Por mi mentalidad, me reprocho algunas cosas, siento que podría haber hecho más o cambiar determinadas cuestiones. Pero la magnitud de lo que conseguí es importante, al menos para mí. Eso me deja tranquilo.
-¿Cómo fue tu primer día en Inter?
-Llegué proveniente de Palermo, una vez finalizada la pretemporada. Fue medio por sorpresa, el último día del mercado de pases. Me avisaron que había un interés y mi representante (Fernando Hidalgo) se ocupó de todo. Firmé un contrato que enviamos por fax y al día siguiente viajé y entrené, a una semana de que empiece la temporada. Fue por sorpresa, como todo en mi carrera. Llegué con la expectativa de tener mi oportunidad y estar a la altura de la situación. Con los nombres que había, era difícil tener un lugar de entrada en el equipo. Lo tomé como un aprendizaje, estaba impecable desde lo físico, tenía 25 años. Pude competir desde ese lado, había muchos jugadores grandes, de 34 ó 35. Nos fue tan bien que hubo muchos partidos, entonces aparecieron las oportunidades. Jugamos como 60 partidos, un montón. Encontré mi lugar después de esperar, al principio estaban todos bien, con la jerarquía de algunos jugadores para el técnico era fácil decidir quiénes jugaban. Cuando se abrieron algunos huecos, respondí bien hasta encontrarme jugando cuarenta partidos y siendo titular en la final de la Copa Italia.
Conseguimos el objetivo grupal de la temporada, dando pelea en todos los torneos, y en lo individual logré que el club tenga la intención de comprarme, a pesar de que terminé decidiendo irme a jugar a otro lado.
:format(webp):quality(40)/https://cdn.eleco.com.ar/media/2025/12/marianogonzalez_2.jpg)
Marcado por Alberto Aquilani, en un Inter-Roma.
-En esa presencia masiva de argentinos, evidentemente era “Pupi” Zanetti la “vaca sagrada” del plantel.
-Seguro, y siempre sosteniéndolo desde el fútbol. Es una excelente persona, había llegado con 20 años en el ’95, desde Banfield, como una apuesta, y terminó siendo el símbolo del club. Era un jugador de equipo, congenió con todo el mundo. Completó una carrera de 25 años, impresionante. Se convirtió en un gran capitán, indicó el camino. Y nos brindó un recibimiento muy bueno a todos los que llegábamos a Inter, no sólo a los argentinos.
-¿Cómo es Zlatan Ibrahimovic?
-Así como lo ves. Fue un excelente compañero, agresivo en su forma de ser, un gran ganador. Quizá lo único que se le puede criticar es que le faltó subir un escaloncito para mezclarse entre los mejores de la historia. Igual, tenía unas condiciones futbolísticas extraordinarias.
-¿Qué hace tan especial y codiciada a la Champions League?
-Es lo más importante a nivel de clubes, obviamente. Te encontrás a los mejores jugadores del mundo, también en un Mundial, claro. Pero el Mundial es como una “estrella fugaz”, no es una oportunidad para todos. A lo sumo jugás siete partidos, y es cada cuatro años. La Champions brinda un panorama un poco más abierto para todo el mundo. Hay muchos jugadores que llegan desde distintas competencias que no integran la élite europea. Como también encontrás súper equipos, como Real Madrid, Barcelona o el City. En un Mundial hay siete u ocho selecciones fuertes y después baja el nivel, en Champions son muchos más equipos poderosos, además de ser un torneo que dura mucho más.
Mi hijo tiene 9 años, tenía 6 cuando Argentina ganó el Mundial y ya ni se acuerda.
La Champions la tenés cada año, tiene un clima especial, seguramente quien llega a jugarla cumple un sueño porque viene viendo el torneo desde que es chiquito.
-¿Cómo viven el fútbol en Milán?
-En Italia, como acá, lo sienten de distinta manera, según la región. En el norte, son un poco más fríos, pero a la hora del derby todos quieren ganarlo, está esa rivalidad entre Inter y Milan, es el partido del año. Más aun si el enfrentamiento se da en una competencia europea, como ha pasado.
Son clubes muy grandes en los que siempre tenés la obligación de ganar. Tampoco te “salvás” ganando el clásico si perdés todo lo demás en el año.
-¿A Mancini le veías esa “pasta” para llegar a ser el entrenador que es?
-Lo descubrí ahí. No es que arrancamos mal, pero con el plantel que teníamos se esperaba que ganásemos todos los partidos y en el primer mes hubo algunos resultados no tan buenos. Ahí es cuando empiezan las dudas y los cuestionamientos. Hasta que hubo una reunión en la que Mancini se plantó y dijo un par de cosas que pensaba y se bancó la respuesta de los jugadores. Que todo se haya encaminado y hayamos tenido la temporada que tuvimos, en buena medida tuvo que ver con esa charla en la que el entrenador mostró sus cualidades, al menos en cuanto a personalidad.
Raíces
-¿En qué momento de tu ciclo en las divisiones inferiores de Independiente sentiste que estabas para hacer lo que terminaste haciendo en el fútbol?
-No es que hubo un momento en el que dije: “Ahora sí”. Fui atrás del sueño, de chiquito jugaba todo el tiempo a la pelota, tenía muy presente la idea de ser profesional. Hasta que llegó un momento en el que dije: “Tengo que ir a probarme”. Decidí irme y abandonar mi casa, que es lo más difícil. En ese momento, salvo un Messi, que a los diez años ya te muestra que va a ser un crack, el resto somos medio parejos. Con el tiempo vamos evolucionando y aprendiendo. Y, después, suele darse que uno que parece que no va a poder jugar en ningún lado termina siendo capitán de la selección, y otro que pintaba muy bien se diluye y desaparece. Hay posibilidades para todos, pasa mucho por la mentalidad, es el baluarte más importante para tener una carrera, como en cualquier disciplina. Tenés que tener constancia, perfeccionarte, saber sacrificarte y soportar algunas cosas. Obviamente, tener talento es mucho mejor que no tenerlo.
En mi caso, a los 12 ó 13 años ya decía que iba a irme, y a los 14 tuve las primeras pruebas. Pasaron dos años hasta que me surgió la chance de ir Racing, tomé la decisión y me fui.
-¿En qué categoría llegaste?
-En sexta, con 16 años, cumplía 17 a los cuatro meses. Racing no venía bien, en marzo sucedió lo de la quiebra. Las inferiores atravesaban un momento difícil, se estaban reestructurando, había cambios de coordinadores del fútbol amateur, de entrenadores, llegaban jugadores nuevos…no era una etapa estable del club.
Con el tiempo, pasé a ser uno de los que estaba hacía más tiempo, a ser capitán de la categoría. Me fui ganando un lugar que solamente se logra con trabajo.
-¿Cómo soportaste el desarraigo?
-Era una época diferente a la actual. No había celulares, hablaba con mi familiar una vez por semana desde un teléfono fijo.
Pero veíamos compañeros que la pasaban peor, algunos de Formosa o de Tucumán esperaban que llegue Semana Santa y tener libre desde el martes porque, si no, no les alcanzaban los días para hacer semejante viaje. Era feo ver eso, había fines de semana largos en los que nos íbamos todos de la pensión menos los chicos que eran de lugares lejanos.
En lo personal, no lo sufrí tanto, mis viejos iban todos los fines de semana porque les gustaba ver los partidos. Se subían a un auto con los papás de “Pucho” (Barsottini) e iban. Me costó un poco con mis hermanos o la escuela, pero fue mucho más llevadero que lo que pasaron esos compañeros que eran de lugares mucho más distantes.
-¿Cómo fue tu camino futbolístico en Racing?
-Empecé en sexta, pasé por quinta y, cuando debuté en Reserva, con 17 ó 18 años, me rompí un ligamento del tobillo a los tres minutos. Era contra Boca en Avellaneda, salté a cabecear y me rompí. Estuve tres meses parado, después paré otros tres porque me fracturé un dedo. Se atrasó mi chance de consolidarme en Reserva. Volví siendo más grande, llegué a entrenar con la primera, después me bajaron a cuarta, tuve varios ida y vuelta que me complicaron un poco el objetivo de llegar a primera.
-¿Con quiénes compartiste plantel en ese entonces?
-Diego Milito, Adrián Bastía, Lisandro López, Manuel García, “Chiche” Arano, “Pucho” Barsottini, el “Vasquito” Harguindeguy…algunos no pudieron mantenerse, la situación del club era muy complicada.
-¿Ser hincha de Racing contribuyó para que te pruebes allí o fue una mera casualidad?
-Fui a probarme a muchos lugares, fue una coincidencia. Un año antes había ido a Racing, echaron al entrenador y me fui. Pero tuve otra oportunidad, se ve que mi destino estaba marcado allí.
-¿Tu despegue es ese domingo por la mañana contra Boca en la Bombonera?
-Y…me tocó hacer el gol del triunfo, tenía cinco o seis partidos en primera. Anotar para el 4-3 en esa cancha fue especial, significó una explosión en cuanto a la exposición. Al otro día estuve en todos los diarios y noticieros, pasé a ser un jugador conocido. También por lo que significan Racing y Boca.
:format(webp):quality(40)/https://cdn.eleco.com.ar/media/2025/12/marianogonzalez_7.jpg)
22/9/02. Ni Abbondanzieri ni Burdisso logran evitarlo. Es gol de Mariano González en la Bombonera.
-También una explosión para tu confianza.
-Sí, me empezaron a salir las cosas muy bien, hice dos o tres goles más y, a los diez partidos, me citaron a la selección. Fue todo fuerte, empezaron a aparecer representantes, marcas de ropa…
-¿Cómo ves al Gustavo Costas actual respecto al que tuviste como DT?
-Muy parecido. Lo tuve en sexta división, ya era apasionado como se lo ve ahora. Obviamente, está perfeccionado, pasaron veinticinco años. Pero no puede salir de esa esencia de sanguíneo, apasionado por Racing, loco…era lo que transmitía, y hoy lo veo igual.
Oro olímpico
-Te tocó vivir un episodio glorioso en 2004, no sólo siendo parte de los Juegos Olímpicos, también colgándote una medalla dorada.
-Sí, es un torneo de mucha trascendencia y no tantos jugadores tienen la chance de ir, empezando por el hecho de que es una competencia sub 23. Representar a tu país en un Juego Olímpico tiene mucho de especial. La vivencia es espectacular.
-¿En qué momento empezaste a ganarte un lugar en esa selección?
-Después de aquel gol que le hice a Boca, me citaron a la selección mayor, se da un recambio en el plantel que venía de quedar afuera en el Mundial de Corea y Japón. Para poner “paños fríos”, se empiezan a convocar jugadores del medio local. Hicimos una gira por Estados Unidos y México, en la que nos fue bien. Después, empieza el típico año de selección, con Eliminatorias, amistosos, Copa América…y llega el Preolímpico de Chile. Es como que el entrenador empezó a formar un grupo con vistas al futuro, con el objetivo del Mundial 2006. En 2003, tuve mi primera convocatoria y, hasta los Juegos Olímpicos, fui citado siempre, fui como un “mimado” de Bielsa. Hasta hubo giras a las que viajé como único convocado del fútbol argentino.
Me quedó como cuenta pendiente no haberme ganado un lugar ante el cambio de entrenador, con Pekerman nunca fui citado, y volví ya con “Coco” Basile.
-¿Qué pudiste experimentar en los Juegos Olímpicos?
-Fue muy lindo compartir espacio con otros deportistas que vivían otra realidad, no sólo los argentinos. Teníamos nuestra cuota de “cholulismo” cuando nos cruzábamos con jugadores de la NBA, con tenistas o algún velocista. Ellos están en un foco de atención, más aun en los Juegos Olímpicos. Desde ese lado, viví una experiencia inolvidable, no existían las redes sociales, sino hubiera sido mucho más grande todo a nivel resonancia.
:format(webp):quality(40)/https://cdn.eleco.com.ar/media/2025/12/marianogonzalez_5.jpg)
28/8/04. Argentina es campeón olímpico en fútbol con un tandilense en su plantel. González, tercero en la fila superior.
-Tuvieron a un Tevez “prendido fuego”.
-Fue impresionante, la rompió en todo sentido. Corría, jugaba, hizo un montón de goles, fue un líder desde el ejemplo, siendo uno de los más chicos del grupo, junto a Mascherano. Fueron dos baluartes, por eso hicieron la carrera que hicieron.
-Te tocó alternar, resignando un poco de continuidad. ¿Cuánto influyó que llegaste suspendido al torneo y cuánto la jerarquía de tus compañeros?
-Fue un poco de todo. Me expulsaron en el último partido del Preolímpico, cuando fuimos campeones en Chile. Me tocó ver desde afuera el debut. El equipo arranca con una goleada 6-0 (a Serbia y Montenegro). Mauro Rosales juega por derecha y “Chelito” Delgado por izquierda y la rompen. Me tocó esperar, no era tan sencillo entrar porque el equipo funcionó muy bien, no bajó nunca el rendimiento, ganó todos los partidos con mucha autoridad. El de la final fue el resultado más corto que obtuvimos (1-0 sobre Paraguay), pero marcamos una superioridad grande en el juego.
-¿Dabas más por derecha o por izquierda?
-Ése es un gran tema, que siempre llevé conmigo. Poder jugar por los dos lados me quitó mucho, termino en el concepto de que aquél que juega de todo, termina sin jugar de nada. Yo era un jugador polifuncional y terminaba perdiendo la posibilidad de desarrollarme en un puesto determinado. Me pasó constantemente, terminé jugando de casi todo sin ser especialista en nada.
-¿Qué es lo más destacable de Marcelo Bielsa?
-Tiene una enorme capacidad para convencer al jugador. Sólo te deja margen para que le digas que tiene razón. Cuando me citaron por primera vez, entrenamos durante un mes en el predio de Ezeiza. Antes del primer partido nos juntó a los atacantes, a Diego Milito que jugaba de “9”, a Insúa que iba por izquierda, a D’Alessandro que era enganche y a mí que lo hacía por derecha. Nos pidió que dos de los cuatro bajen en determinadas situaciones y los otros dos se queden arriba. Y nos preguntó quién haría cada cosa. Nadie hablaba hasta que le dije que yo debía quedarme arriba, que me convenía estar cerca del arco para poder hacer goles. Me preguntó cuántos tenía en primera, y yo llevaba tres. Ahí me dijo: “Usted tiene que correr para atrás”. No era una cuenta muy difícil de sacar, estaba con Milito que había metido 25. En ese momento, sentí que me estaba haciendo quedar como un ridículo, pero tenía razón.
-¿Tomaste mucho de él para tu carrera como entrenador?
-Muchísimo. Pero más usé como jugador, cambié mi forma de jugar, completamente. Bielsa me enseñó a gestionar mejor las energías, yo tenía 21 años, agarraba la pelota y me llevaba todo por delante. Típico del joven que está lleno de energía y ganas. Empecé a ver las cosas diferentes y a aprovechar mejor otros recursos. Él me cambió la forma de ver el fútbol. Hoy, el fútbol tiene más de Bielsa que de otra cosa.
-¿Qué otros técnicos te marcaron especialmente?
-Mancini y Ardiles, quien tuvo cierta cercanía conmigo. Destaco también la simpleza de Eduardo Domínguez, y la maestría de Jesualdo Ferreira, a quien tuve tres años en Porto, tenía una gran capacidad para enseñar, para mejorar al jugador.
Santamarina
-Acaban de cumplirse diez años de la final por el ascenso a primera perdida ante Patronato. ¿Fue una frustración grande en lo personal o todo lo que habías vivido en el fútbol te forjó un temple que te permitió absorberlo con relativa naturalidad?
-Lo tomé como una final perdida, con la amargura lógica, con la decepción de haber perdido por penales. Pero tenía una experiencia grande para poder levantarme de ese golpe. Venir a Santamarina me devolvió una felicidad que había perdido. En Estudiantes no me había ido bien, me había aburguesado un poco, me sentía cómodo en el club, mi familia estaba muy bien en City Bell. Cuando fui a préstamo a Arsenal me di cuenta de que me hacía muy bien jugar. Entonces, vine a Santamarina buscando continuidad. Había hablado con Duilio (Botella), quien me hizo una propuesta a modo de broma. En el club, no se veía como algo real que yo, proveniente de Europa, pueda tener la intención de jugar en un equipo recientemente ascendido a la B Nacional. Pero me tomaron en esa situación, también yo estaba contrariado con el sistema del fútbol profesional, con los representantes y todo eso. Decidí aceptar la propuesta de Duilio, buscando reencontrarme conmigo futbolísticamente y estar en mi ciudad, que era volver a compartir tiempo con mis hermanos, mis amigos, con gente que hacía mucho que no veía.
:format(webp):quality(40)/https://cdn.eleco.com.ar/media/2025/12/marianogonzalez_4.jpg)
En 2015, Mariano quedó en las puertas del ascenso a primera con Santamarina.
-¿Ese paso por Santamarina te demostró que estabas para volver a primera?
-Sí, sentí que me había recuperado. Tuve continuidad, sumé muchos minutos en un equipo que me ayudó a encontrar mi nivel. Fue un año muy bueno para todos. Y me surgió la posibilidad de ir a Huracán, donde jugué la Copa Libertadores y la Sudamericana. Volver a encontrarme en ese nivel fue la confirmación de que había hecho bien en venir a Santamarina.
-¿Cómo actuaron Botella y Coleoni al tener un futbolista de tus quilates entre sus dirigidos?
-No sé qué habrán pensado ellos. Desde mi lado, traté de brindarme. No voy a ser hipócrita diciendo que era uno más en el grupo, obviamente que no lo era, apenas llegué fui el capitán del equipo. Pero me puse a disposición del grupo. Los dos entendieron eso, me consultaron cuando quisieron, y cuando no querían decirme nada, no lo hacían. Lo único que yo hacía era darles mi opinión cuando me la pedían. A Duilio lo conocía desde mucho tiempo antes, incluso ya teníamos una amistad, él me enseñó a patear. Siempre lo vi como “el técnico”.
Con el “Sapo” era más una relación técnico/jugador. Cuando me tuvo que sacar, me sacó. Pero siempre todo en el marco de una excelente relación.
-¿En qué medida coincidís con “Pucho” Barsottini?
-Somos muy distintos como persona. Pero al fútbol lo vemos y entendemos de la misma forma. Somos muy amigos, siendo muy chiquitos jugamos juntos en Bambinos. Después, él estando en Gimnasia y yo en Independiente, nos encontramos en la selección tandilense. Nos fuimos juntos a Racing y estuvimos en la misma habitación. Tenemos una amistad eterna.
En 2012 ó 2013 ya veníamos con la idea de formar una dupla y, antes de dirigir a Santamarina, habíamos planteado situaciones que nos podrían llegar a pasar en el caso de que estemos al frente de un equipo. Nos pasaron y las resolvimos en función de lo que habíamos proyectado, en ese sentido fuimos precavidos.
:format(webp):quality(40)/https://cdn.eleco.com.ar/media/2025/12/marianogonzalez_3.jpg)
Con Barsottini, al frente de Santamarina en 2022.
-¿Cuán interesado estás en asumir la presidencia de Santamarina?
-Es una idea que me nació estando sentado en mi casa pensando cómo ayudar al club. Tomé la decisión de empezar a buscar información. Al estar tan alejado del club, para conseguirla tuve que empezar a golpear algunas puertas. Desde ahí, surge el rumor de que yo quería asumir, fue una idea, lo analicé, me junté con mucha gente y tomé noción de la situación del club. Pero los tiempos eran cortos. En un mes, no podía conformar la estructura necesaria para llevar adelante el proyecto que tenía.
-¿Terminaste descartándolo?
-Por ahora, sí. Entiendo que el club necesita que haya una especie de refundación, en muchos sentidos. Hay que cambiar la forma de trabajar, brindarle apoyo a la gente que está trabajando en el club. La mayoría o la totalidad lo hace ad honorem.
Hay que dedicar mucho tiempo, estar disponible para el club las 24 horas del día. Eso, si no está bien recompensado, al menos desde el agradecimiento, termina pesando. Cuando no tenés alguien que te marque lo bien que hacés las cosas o que te corrija algo, no hay posibilidades de mejorar.
:format(webp):quality(40)/https://cdn.eleco.com.ar/media/2025/12/marianogonzalez_6.jpg)
En el San Martín, como capitán de Santamarina.
-Sonó, en su momento, el nombre de Fernando Vergel.
-Me llamó para tomar un café y estuvimos hablando. No sé cuál era su proyecto, no le di mucha trascendencia porque mi prioridad era conocer la situación del club. Quizá a Fernando no le brindé el tiempo para que me presente su proyecto, no sé cuál era su idea concreta. Hablamos muy por arriba de qué quería hacer él, y vi que no estaba alineado con mi idea.