Tres escritoras argentinas contemporáneas que no podes dejar de leer
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La lectura sigue siendo uno de los pocos espacios capaces de ofrecer pausa, profundidad y conexión. Leer no solo entretiene, leer mantiene activa la mente, amplía el vocabulario, estimula la empatía y permite comprender mejor los matices de a propia vida. Frente al ritmo acelerado que impone la cotidianeidad abrir un libro es un acto íntimo, y en la literatura argentina, ese espacio cobra una fuerza particular gracias a autoras contemporáneas que están renovando la escena con obras potentes, sensibles y atrapantes.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEn esta oportunidad, y con las recomendaciones de la Lic. en Literatura Margarita Durand, proponemos tres escritoras que están atravesando un momento de gran reconocimiento. Sus libros recientes no solo cosecharon lectores y elogios, sino que también abren preguntas, incomodan, iluminan zonas nuevas y, sobre todo, confirman que la literatura contemporánea nacional atraviesa un momento extraordinario.
Sus voces expanden las fronteras de lo literario con una escritura que combina riesgo, hondura y una enorme capacidad narrativa. Cada una lo hace desde su estilo, ya sea desde lo poético y reflexivo; o desde tramas que tensan lo cotidiano hasta volverlo inquietante o relatos luminosos que registran esos gestos mínimos que definen una vida.
A continuación, una guía para descubrir -o redescubrir- a Samanta Schweblin, Alejandra Kamiya y Magalí Etchebarne, junto con sus obras más recientes.
Tres libros imperdibles (y sus autoras)
1. Samanta Schweblin — El buen mal: es una de las autoras argentinas más reconocidas a nivel internacional. Su obra tiene una potencia inquietante, con atmósferas que rozan lo fantástico y una tensión constante que vuelve imposible abandonar la lectura. Fue finalista del International Booker Prize, traducida a más de treinta idiomas y, en los últimos meses, su nombre resonó globalmente cuando apareció entre las postuladas para el Premio Nobel de Literatura, un reconocimiento excepcional para una autora contemporánea.
En El buen mal, su publicación más reciente (editada entre 2023 y 2024, según el mercado), vuelve a explorar ese borde entre lo real y lo perturbador. El libro reúne relatos donde lo cotidiano se vuelve extraño: vínculos familiares que esconden pulsiones silenciosas, decisiones pequeñas que desencadenan consecuencias devastadoras, cuerpos que reaccionan como si tuvieran memoria propia. Con su estilo directo y preciso, la autora construye mundos que se sienten cercanos, pero cargados de una electricidad emocional que deja al lector en estado de alerta. Es un libro perfecto para quienes disfrutan de lo intenso, lo simbólico y lo inquietante.
2. Alejandra Kamiya — Los árboles caídos también son del bosque: pertenece a una generación de escritoras argentinas jóvenes que está irrumpiendo con fuerza y en 2023 participó de la Feria del Libro en Tandil. Su escritura se caracteriza por una sensibilidad profunda hacia los vínculos, la memoria y la naturaleza como metáfora y territorio afectivo.
Los árboles caídos también son del bosque es un libro que se adentra en la fragilidad humana a través de historias que conectan pérdidas, raíces familiares y gestos cotidianos. Su prosa es delicada y envolvente: combina imágenes poéticas con escenas muy reales que hablan del dolor, del crecimiento y de ese modo en que las experiencias difíciles también forman parte del bosque interior que nos constituye. La obra es una invitación a detenerse, a mirar con detalle lo que solemos pasar por alto y a reconocer que incluso lo que cae sigue teniendo un lugar en nuestra historia.
3. Magalí Etchebarne - Los mejores días: Etchebarne estuvo este año en la Feria del Libro tandilense presentando su último libro. Su trabajo combina sensibilidad, observación aguda y un pulso narrativo muy personal.
Los mejores días es un libro que mira lo cotidiano con una ternura poco habitual. La autora trabaja con escenas simples (un desayuno, un paseo, un recuerdo fugaz, un reencuentro inesperado) que se convierten en ventanas a emociones profundas. Su escritura es luminosa y honesta, y captura esa mezcla de nostalgia, alegría y vulnerabilidad que define los mejores momentos de la vida. El epílogo cierra con una reflexión sobre la importancia de registrar lo pequeño, de habitar el presente y de reconocer que, incluso en los días grises, hay instantes capaces de sostenernos. Es una lectura ideal para quienes buscan cercanía, sutileza y un relato que acompaña.