Un jubilado metalúrgico atesora diarios, objetos y cientos de libros de Tandil: así es el Quincho Don Aníbal
Se trata de Osvaldo Victorero, quien desde hace 20 años atesora en su quincho parte de la memoria de la ciudad.
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En el patio de una casa ubicada entre El Calvario y Villa Laza, existe un túnel en el tiempo donde el pasado sigue siendo presente. Donde el “Loco Pata” descansa al sol en un banco de la plaza, todavía están encendidos los hornos de las metalúrgicas y donde el diario en papel informa que la Piedra Movediza perdió en la madrugada su centro de gravedad.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailSe trata del Quincho Don Aníbal, el rincón en el que el vecino Osvaldo Victorero atesora una colección increíble de diarios históricos, revistas, cientos de libros de Tandil y un sinnúmero de objetos como banderines, medallas, publicaciones independientes y fotografías relacionadas con la historia local. Pero donde también se exhiben perlas como un boleto de colectivo del último día que funcionó el sistema en papel, junto a una tarjeta del primer día que se activó el servicio SUMO.
“Junto todas estas cosas de Tandil porque sé que se está perdiendo todo. Y me gustaría que quedaran acá, siempre en el Quincho, y que no se tiraran. Porque después lo primero que hacen es tirar todo. Me gustaría que los diarios y los libros, por lo menos, quedaran en el Quincho. Está todo acomodado, y es lo único que me gustaría que no se perdiera”, contó Osvaldo a El Eco de Tandil.
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Solo a modo de ejemplo, consultado por si guarda un álbum de figuritas que se publicó sobre la ciudad, Victorero respondió: “Sí, pero hubo dos”. Y tras buscarlos unos minutos, los mostró, aclarando que al más antiguo todavía no logró conseguirlo con la colección completa. Todos los días pasa un rato en su quincho. Lee diarios antiguos, revisa si alguno está afectado por la humedad y ordena el archivo.
El trabajo incluye también caminar, recorrer las ferias de la ciudad y las ventas por mudanza. Insistir a la persona indicada o tener la suerte de dar con un contenedor en donde asoma entre escombros y muebles rotos –como le pasó–, una publicación de crítica cinematográfica hecha por vecinos en los años 90.
“Me gusta la historia de Tandil”
Osvaldo nació en General Lamadrid, y en 1986 llegó a la ciudad. Trabajó en Metalúrgica Tandil por casi tres décadas hasta que se jubiló. Fue uno de los referentes de la peña local de San Lorenzo, que tuvo sede en su casa. Pero desde hace un tiempo destinó el Quincho Don Aníbal –que se llama así en homenaje a su padre– como el lugar para su archivo.
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Empezó coleccionando revistas El Gráfico, de las que tiene casi 2500 números ordenados por décadas, salvo una sección destinada a las ediciones que tuvieron a tandilenses en la portada. “Me gusta el papel, la papelería, y entonces junto todo”, contó Osvaldo, que después de las revistas deportivas siguió con las publicaciones sobre la ciudad, o escritas por autores de la ciudad, o que tratan temas de la ciudad.
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Desde el clásico libro de Fontana, “Tandil en la historia”, hasta los diálogos de Elías El Hage con el intendente Miguel Lunghi, “El arte del Espectáculo” de Jorge Di Paola, las obras de ficción de José P. Barrientos, la edición de la Unicen “Tandil de aldea a ciudad”, o los versos que Nicodemo Vicente Mazzone dedicó al trabajo metalúrgico, entre otros.
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Después de casi 40 años en la ciudad, Osvaldo dijo que le gusta Tandil, pero “aparte me gusta la historia de Tandil, me encanta”. Entre los libros locales también hay agendas publicadas a fines de los años 80, cientos de diarios impresos y anuarios. Pero el Quincho resguarda además banderines –de la Farándula, del Centro Náutico–, guías turísticas de mediados de los 60 y hasta bolsas de comercios locales. Tratar de enumerar el conjunto sería tan exhaustivo como el trabajo que llevó armar todo.
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“Hay que andar, hay que andar mucho. Por ahí se consiguen en la calle, o ya después, una vez que te conocen, te empiezan a regalar cosas. Pero hay que andar mucho en la calle, para conseguir un diario hay que andar”, dijo Victorero, quien desde que se jubiló se dedicó al Quincho y a vincularse con otros vecinos interesados en antigüedades.
De todas las cosas que tiene, Osvaldo elige los diarios. “Me traen un diario de antes y me gusta leerlo todo. Hace poquito conseguí diarios de los 80 y los 90. Me traen recuerdos que sabía que habían pasado”, contó.
El sueño de tener un café en el Quincho todavía no se concretó, pero mientras tanto Osvaldo continúa atento a los datos que lo puedan llevar a conseguir un nuevo material para su colección. En tiempos en los que las portadas de los diarios tienen más de una similitud con las del pasado reciente, revisar el archivo del Quincho Don Aníbal motiva a preguntarse hasta qué punto el pasado realmente “pasó”.
Redactor El Eco de Tandil