El déficit de fósforo pone al 60 por ciento de los suelos al límite de la deficiencia
El Dr. Esteban Ciarlo, referente de Fertilizar AC y Fauba, reveló que los cultivos padecen de un “hambre oculta” por la falta de micronutrientes y que la reposición de fósforo (P) es históricamente deficitaria, afectando la rentabilidad y la calidad proteica.
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En el marco del Ciclo de Charlas On Line 2025, organizado por ACSOJA y Fertilizar Asociación Civil, se encendieron las alarmas sobre el manejo nutricional de la soja en Argentina. El Dr. Esteban Ciarlo, referente técnico de Fertilizar AC, profesor adjunto de la cátedra de Edafología de la UBA y presidente del Consejo de Investigaciones de Recursos Naturales del INTA, presentó un exhaustivo repaso sobre la importancia de nutrir el cultivo para asegurar no solo la cantidad, sino también la calidad del grano.
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Ciarlo destacó que la agronomía moderna evalúa la producción por su rentabilidad y por su eficiencia ambiental. En este sentido, la nutrición es vital: “Al nutrir una planta estamos nutriendo indefectiblemente el suelo. Entonces en principio estamos cuidando uno de los recursos esenciales, uno de los recursos naturales esenciales donde se basa la producción del cultivo de soja”.
El especialista señaló que, en términos de calidad, “Más del 80 por ciento de respuestas positivas en aumento de proteína se debe a la nutrición”.
Ciarlo detalló las funciones clave de los nutrientes esenciales, insistiendo en que "ningún nutriente puede ser reemplazado por otro".
Si bien el nitrógeno (N) es provisto en gran parte de manera "casi gratis" por la fijación biológica mediante la inoculación, el fósforo (P) es crucial por sus funciones energéticas y estructurales.
Otros elementos esenciales cumplen roles específicos: el potasio (K), que resiste las deficiencias hídricas y sequías, y el azufre (S), vital para el metabolismo del nitrógeno y los mecanismos de defensa de la planta.
Los micronutrientes
El experto hizo especial énfasis en la deficiencia de micronutrientes, citando al zinc (Zn) y al boro.
“El zinc genera hambre oculta, igual que en las personas cuando falta [zinc] a las personas no se nota, pero le falta crecimiento. A las plantas les pasa lo mismo, a veces no se muestran síntomas, pero tienen hambre oculta. Hasta el 20 por ciento de rendimiento pueden perder casi silenciosamente”, sentenció.
El zinc es, además, el micronutriente más deficiente para plantas y personas en todo el mundo.
Además, destacó el rol del boro, al marcar que “es muy importante para las estructuras reproductivas, flores y frutos. el zinc se usa al principio y el boro tiene mucho que ver con la nutrición al final del ciclo del cultivo”.
Las 4R y la Nutrición Equilibrada
Para asegurar la disponibilidad de los nutrientes limitantes (principalmente nitrógeno y fósforo), Ciarlo resaltó la necesidad de aplicar la filosofía de las 4R (Fuente, Dosis, Lugar y Momento correctos).
En cuanto al manejo del nitrógeno, aunque la fertilización directa no se usa porque inhibe la fijación biológica, la inoculación es la práctica más común y asegura un aumento del rendimiento de aproximadamente el cinco por ciento en suelos con historia de soja. Además, el fósforo juega un rol sinérgico, ya que la nutrición fosforada aumenta el número de nódulos, contribuyendo a la nutrición nitrogenada.
Respecto al fósforo, que es un elemento poco móvil en el suelo, la decisión de fertilizar se basa en curvas de respuesta que marcan umbrales de deficiencia cercanos a las 14 partes por millón (ppm) de fósforo Bray.
El Dr. Ciarlo afirmó que la nutrición debe ser balanceada, aplicando la “Ley del Mínimo”: “La fertilización balanceada, la nutrición balanceada es la mejor de las nutriciones. La ley del mínimo nos dice que el nutriente o el factor más limitante va a limitar el rendimiento”.
Una recomendación clave para dosis altas de P fue la posibilidad de dividir las aplicaciones (parte a la siembra y parte en el invierno previo), logrando incluso una mayor eficiencia que al aplicar todo en el momento de la siembra.
Balance negativo y suelos en peligro
El experto presentó datos contundentes sobre el estado de los suelos agrícolas. La materia orgánica, que provee N, S y B, viene cayendo con el tiempo, lo cual anticipa futuras limitaciones de estos nutrientes.
A pesar de que el agregado de fósforo es rentable (con eficiencias cercanas a los 30 kilos de grano por cada kilo de fósforo aplicado) y la relación histórica de precios favorece la fertilización, la reposición es dramáticamente insuficiente.
Es que se aplicaron solo 6.5 kilos de fósforo elemento por hectárea sembrada en la última campaña, mientras que las extracciones fueron de aproximadamente 15 kilos.
Al analizar la reposición general de los seis principales cultivos, Ciarlo declaró: “Claramente estamos en balance negativo... La última campaña se repuso menos del 60 por ciento del fósforo que se extrajo”.
Esta tendencia ha llevado a que una gran parte de la superficie productiva esté en riesgo de deficiencia.
“Si ponemos 20 partes por millón como límite [de deficiencia de fósforo], vamos a ver que casi el 60 por ciento está ya en zonas cerca del umbral de deficiencia”.
Para enfrentar esta problemática, Fertilizar impulsa el programa Suma P (fósforo), que busca promover el uso del fósforo a través de información científica rigurosa y mejorar la calidad química de los suelos de la producción agropecuaria.
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