Productividad y bioenergía serán las claves para la agroindustria del Mercosur en 2035
El economista y consultor Nicolás Jorge, en el marco del "2do Outlook del Mercosur: La agricultura al 2035", delineó las ambiciosas proyecciones del bloque agroindustrial, confirmando su posición estratégica e irremplazable en la seguridad alimentaria a nivel global.
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Durante la exposición realizada en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el especialista Nicolás Jorge es difícil sobreestimar el rol que cumplen los países del Mercosur, ya que estos exportan más de 180 mil millones de dólares en alimentos, y superan los 160 mil millones de dólares en términos netos. Por ende, se posicionan en los lugares más altos de los rankings de exportadores de alimentos, liderando en productos clave como soja, carne bovina, aviar, maíz y trigo.
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Este escenario proyectivo, fue construido mediante un modelo de simulación que fue complementado por un arduo proceso de validación con expertos de distintos países e instituciones. Los supuestos clave o drivers que determinan la dinámica de los próximos diez años incluyen variables como la demanda mundial (impulsada por la población y el crecimiento del producto), los precios del petróleo, los tipos de cambio y las tendencias de productividad.
Aunque se observa una desaceleración en el crecimiento poblacional, se espera que 654 millones de personas adicionales se sumen a la población mundial en los próximos diez años, lo que, sumado al crecimiento económico, garantiza una demanda creciente.
No obstante, es crucial tener en cuenta que el crecimiento comercial en la próxima década se dará a una tasa más baja que en la década pasada. En consecuencia, todo lo que respecta al contexto y a la oportunidad de ingreso a mercados cobra cada vez más relevancia, pues las oportunidades serán más pequeñas.
El crecimiento esperado
Las proyecciones para el total de cereales y oleaginosas del Mercosur son rotundas, anticipando que la producción alcance los 575 millones de toneladas hacia el final del periodo. Este número implica un crecimiento del 27 por ciento, lo que equivale a la suma de 122 millones de toneladas adicionales.
Simultáneamente, las exportaciones crecerían en torno al 22 por ciento, sumando 62 millones de toneladas adicionales para todo el bloque. Es fundamental notar que el crecimiento de la producción se explica cada vez más por el componente del rendimiento o la productividad, dado que la superficie cosechada solo crecería un 12 por ciento.
A pesar de las proyecciones positivas, Nicolás Jorge enfatizó que el crecimiento de los rendimientos proyectado para los próximos diez años sigue estando muy por debajo del potencial. Por ejemplo, mientras que en Argentina se esperan unos 80 quintales por hectárea (8 toneladas), el potencial sin riego podría alcanzar las 14 toneladas por hectárea.
El impacto de la bioenergía
El crecimiento se concentra principalmente en trigo, maíz y soja.
En primer lugar, la producción de trigo en el Mercosur pasaría de aproximadamente 26 millones a unos 35 millones de toneladas proyectadas. En este caso, el crecimiento de la producción se explica en un 55 por ciento por la productividad.
Argentina dominará la contribución al volumen adicional de crecimiento, aportando el 87 por ciento del total. En este contexto, las exportaciones adicionales para el bloque sumarían alrededor de 5,8 millones de toneladas, mientras que Brasil duplicaría el uso de trigo para etanol, pasando de 300 mil a 600 mil toneladas.
En segundo lugar, el maíz proyecta 55 millones de toneladas adicionales producidas, alcanzando 235 millones de toneladas. Al igual que en el trigo, el rendimiento pesa más que el área en este crecimiento.
La contribución está dominada por Brasil, que aporta el 67 por ciento del crecimiento, seguido por Argentina con un 28. A pesar de que las exportaciones sumarían 18 millones de toneladas adicionales, el factor decisivo es el fuerte crecimiento del consumo interno en Brasil.
De hecho, casi todo el crecimiento nuevo en la producción de etanol en Brasil provendrá del maíz, más que de la caña de azúcar, lo que elevará el consumo de maíz para etanol de 21 millones a casi 23 millones de toneladas.
Finalmente, la producción de soja sumaría 47 millones de toneladas adicionales, totalizando 266 millones de toneladas. Aquí, la productividad explica el 56 por ciento del incremento. Brasil aporta el 80 por ciento de este crecimiento. El complejo soja (incluyendo aceite y harina) exportaría unos 32 millones de toneladas adicionales, superando los 200 millones de toneladas exportadas.
Es relevante que el crecimiento en el consumo de aceite para la producción de biodiésel es 100% explicado por Brasil, pasando de 7 millones a casi 10 millones de toneladas de aceite destinadas a biodiésel.
Carnes y valor agregado
La producción de carnes en el Mercosur también mostrará una expansión importante, con 4,6 millones de toneladas adicionales en una década. La carne aviar lidera el bloque, proyectando pasar de 17 a 19 millones de toneladas, seguida por la carne bovina, que alcanzaría los 17 millones de toneladas. Brasil concentra el principal incremento de la producción de carnes (80 por ciento), seguido por Argentina (17).
Al evaluar el valor de las exportaciones adicionales a precios de 2024, el bloque Mercosur espera un ingreso de 31.300 millones de dólares adicionales. De este total, 17.000 millones corresponden a Brasil, impulsados principalmente por oleaginosas (11.000 millones) y carnes (7.000 millones). Argentina sumaría $.600 millones, con una contribución más pareja entre cereales y oleaginosas.
Conclusiones
Nicolás Jorge resumió que las proyecciones reafirman que el Mercosur mantendrá su posición estratégica y tiene los recursos y el know-how para ser un proveedor clave de alimentos en la década que sigue.
No obstante, el mensaje final del Outlook fue claro: el rol de la productividad es cada vez más importante frente al crecimiento en área.
demás, un componente muy significativo de la demanda futura es la cantidad de cereales y oleaginosas que será destinada a la producción de bioenergía, un factor impulsado especialmente por las políticas de mezcla en Brasil.
Finalmente, Nicolás Jorge señaló que este escenario es un “punto de partida” para el desarrollo de futuros trabajos que permitan simular escenarios alternativos.
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