Alimentos seguros, salud protegida: claves para la prevención
El manejo adecuado de los alimentos es una herramienta de prevención en salud pública. Conocer riesgos, normativas y buenas prácticas puede evitar enfermedades graves.

La seguridad alimentaria comienza mucho antes de que un producto llegue a la mesa. Desde la producción en el campo hasta su elaboración y venta, los alimentos recorren una extensa cadena en la que intervienen múltiples actores. A lo largo de ese proceso, la prevención cumple un rol fundamental: aplicar controles, mantener la higiene y respetar las buenas prácticas permite evitar enfermedades y proteger la salud pública.
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Accedé a las últimas noticias desde tu email“Los licenciados en tecnología de los alimentos somos agentes de salud”, afirmó Viviana Menéndez, licenciada en Tecnología de los Alimentos, en diálogo con Eco Salud de El Eco Multimedios.

A lo largo de la charla, la especialista puso el foco en el papel clave que juega el conocimiento en la prevención: “La información y capacitación ya es prevención. Incluso pequeñas acciones como el lavado correcto de manos, la higiene del entorno o el uso adecuado de utensilios pueden marcar la diferencia entre un alimento seguro y uno contaminado”.
Un alimento puede estar afectado por “peligros físicos, químicos o biológicos”, señaló. En especial, los biológicos -como bacterias o virus- son “los más complejos y peligrosos porque no los podemos ver”. Cuando estos peligros se hacen presentes, “aparecen las conocidas Enfermedades Transmitidas por Alimentos (ETA), que pueden provocar desde una simple descompostura hasta cuadros graves, como el Síndrome Urémico Hemolítico”.
La prevención empieza por casa
Menéndez recordó que las personas que elaboran productos en casa también deben prestar atención a estas cuestiones, ya que muchas veces, por falta de recursos o desconocimiento, “se lanzan a comercializar alimentos sin controles adecuados. Eso genera más productos en el mercado, pero no siempre seguros”, advirtió.
Una de las herramientas más valiosas para reducir riesgos “son las claves de la inocuidad alimentaria de la FAO, entre ellas: consumir alimentos y agua seguros, mantener la higiene, cocinar completamente los alimentos, conservarlos a temperaturas adecuadas y evitar la contaminación cruzada. Es la base y son acciones al alcance de todos”, subrayó Menéndez.

También hizo hincapié en la importancia de elegir establecimientos habilitados para comprar alimentos: “eso ya me genera seguridad porque hay un control. Hay alguien que vino, lo inspeccionó, lo auditó y dijo: ‘está bien para esta actividad’”. Y agregó que “la limpieza y el orden, las rejillas y la indumentaria del personal pueden ofrecer información valiosa sobre las condiciones sanitarias del lugar”.
En el caso de personas con celiaquía, por ejemplo, “el cuidado debe extremarse: una contaminación con gluten puede afectar a una persona celíaca y por eso hay que tener muchos más recaudos. La recomendación siempre va a ser tratar de hacer todo libre de gluten”, señaló.
La importancia de contar con información
La licenciada insistió en que “la prevención es trabajar en pos de que no suceda” y que la clave está en formarse y asesorarse. “Si no sabés, preguntá y quedate con la tranquilidad de que lo que estás brindando es algo seguro e inocuo. Porque todas las enfermedades transmitidas por alimentos se pueden prevenir”.
Además de las recomendaciones generales, Menéndez subrayó que la normativa alimentaria es clara, y que cada municipio tiene también sus propias ordenanzas. “En Argentina nos regimos por el Código Alimentario Argentino, que es positivo: todo lo que está escrito es lo que se puede hacer. Lo que no está, no está permitido”, explicó. Por eso, insistió en la necesidad de que quienes elaboran alimentos “consulten las reglamentaciones locales antes de poner en marcha un emprendimiento”.
En tiempos de situaciones económicas complejas, “es cada vez más frecuente que personas comiencen a producir alimentos caseros para comercializar. Cuando la situación no acompaña, mucha gente elabora para generar un ingreso, pero muchas veces sin asesoramiento ni control. Y ahí el riesgo es que aparezcan productos sin garantías sanitarias”, advirtió.

En este contexto, reiteró que la capacitación en manipulación de alimentos debería ser un paso básico. “Al menos una formación mínima, para saber si el alimento que elaborás es de alto o bajo riesgo, es fundamental. Los panes y galletitas son de bajo riesgo. Las carnes, lácteos o preparados que requieren refrigeración son más peligrosos si no se manipulan correctamente”, detalló.
Sobre las prácticas cotidianas que pueden parecer inofensivas, la licenciada fue clara: “el uso de guantes genera una falsa sensación de seguridad. Muchas veces se manipulan alimentos, se cobra con la misma mano y se vuelve a servir. Es más seguro lavarse las manos correctamente que usar guantes mal utilizados”. También remarcó que, según el Código Alimentario, “no está permitido manipular alimentos con uñas largas, anillos o aros”.
Finalmente, recordó que el objetivo de su labor “es acompañar y educar, no solo controlar. A veces parece que corregimos o señalamos lo que está mal, pero en realidad lo que hacemos es enseñar. La prevención se logra con información. Cuidar al otro es también explicarle lo que no sabe, para que pueda mejorar”.
Por consultas, a Viviana Menéndez la pueden encontrar en Instagram como @mvagroalimentaria o en el 2494 636310.